La Comisión Europea ha celebrado este año el 2 de noviembre el Día Europeo por la Igualdad Salarial, jornada reivindicativa sin fecha fija que varía cada año en función de los cálculos anuales que fijan los días que las mujeres dejan de cobrar mientras que los hombres europeos siguen cobrando. Este año 2015, son 59 días los que las mujeres trabajan gratis para igualarse con los hombres, los que restan hasta el 31 de diciembre.

En la Unión Europea las mujeres ganan por hora el 16,3% menos que los hombres. Pero en España la situación es peor, llegando en estos años a alcanzar más de un 20% de brecha salarial, según datos de la Comisión Europea.

En España las mujeres trabajan “gratis” alrededor de 70 días. En este caso, el 12 de octubre fue el Día por la Igualdad Salarial para las mujeres españolas.

A pesar de las diferentes iniciativas de la Comisión Europea que intentan luchar contra la desigualdad salarial, las cifras no se reducen al nivel que sería necesario. Los Estados miembros son los que tienen que tomar las medidas necesarias para acabar con esta situación, de forma más eficaz y sobre todo más rápida. Según los estudios no será hasta 2095 cuando las mujeres cobrarán lo mismo que los hombres por el mismo trabajo. Es, por tanto, un momento demasiado lejano.

La lucha por la igualdad salarial entre hombres y mujeres debe encabezar las políticas Europeas, pues son situaciones injustificadas e inaceptables en una sociedad que proclama la lucha por la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida.

Las diferencias salariales provocan a corto plazo situaciones injustas y, a largo plazo, provocarán, y ya están provocando, el aumento de la feminización de la pobreza en las personas mayores, que se traduce en que las mujeres cobran casi un 40% menos de pensión y esa diferencia puede ir en aumento si no corregimos las causas que generan esa desigualdad.

Para corregir la brecha salarial no sólo hay que garantizar remuneraciones iguales sino seguir facilitando medidas que permitan que las mujeres accedan al mercado laboral, al mismo tiempo que los hombres. Las mujeres siguen encontrando mayores obstáculos que los hombres en el mercado de trabajo, sobre todo para compaginar la vida laboral con la personal y sobre todo familiar, lo cual tiene su efecto en la brecha salarial. Las excedencia para el cuidado de hijos/as y familiares tienen rostro de mujer así como las reducciones de jornada, lo cual afecta a sus ingresos de forma directa.

¿Qué se puede hacer? Las soluciones no son fáciles, ya que son muchos los factores que están haciendo que las diferencias de mantengan, potenciando la corresponsabilidad en las tareas domésticas y de cuidado de hijos, hijas y personas dependientes, haciendo que las mujeres dejen de ocuparse, en su mayoría, del trabajo no remunerado y escondido detrás de las puertas de cada casa, potenciando políticas sociales que presten esos servicios.

La Directiva por los permisos iguales, intransferibles y pagados al 100% o la Directiva por la universalización del derecho a la educación infantil desde 0 años pueden ayudar, pero mientras las jornadas de trabajo sigan siendo maratonianas y no prosperen cambios en la Directiva sobre el tiempo de trabajo es difícil que su aplicación sea eficaz, más cuando los Estados miembros no están por la labor de aplicarlas.

Medidas como la jornada máxima de 35 horas semanales en cómputo anual es una de las reivindicaciones históricas de la USO y la aplicación de la norma aprobada en 2007 por la Ley de Igualdad, que ampliaba el permiso de paternidad hasta las 4 semanas, medida que vuelve a retrasarse hasta enero de 2017, pueden ser fundamentales para que las cosas vayan cambiando.

Sin las mujeres el sistema es insostenible, debemos cambiar el sistema (jornadas de trabajo, medidas de conciliación, educación en igualdad), y conseguir que la igualdad real entre hombres y mujeres parta de una situación económica y de responsabilidades sociales equilibrada, en que las mujeres no sean siempre la parte perdedora.