Se ha reunido en Bruselas el Comité de Política Económica de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) para preparar la postura sindical ante el encuentro con la Comisión Europea de diálogo macroeconómico, en el que también participa la patronal europea. El diálogo macroeconómico entre sindicatos, patronal y autoridades económicas europeas debería de servir para evaluar las respuestas europeas ante la crisis económica y las decisiones del Banco Central Europeo y otros organismos, y sus derivas en respuestas nacionales, con el objetivo de contrastar su resultado y plantear alternativas.

Durante este encuentro, tuvo lugar la discusión del estudio realizado por Xavier Timbeau, director de la OFCE; la divulgación de la situación del Plan Juncker de inversiones europeas, por parte de un representante del Banco de Inversión Europeo así como un debate sobre las prioridades a remarcar, desde el punto de vista sindical, en la próxima reunión con las autoridades económicas europeas.

Se constató que actualmente Europa, con grandes diferencias entre sus miembros, participa de una política monetaria laxa, de expansión monetaria, con tipos de interés reales bajos e incluso el BCE tiene intereses negativos en alguna de sus operaciones. Esto ha ocasionado una disminución del valor del euro con respecto al dólar estadounidense y una expansión de las exportaciones, hasta el punto que hay un superávit de la balanza comercial europea con respeto al resto del mundo del 4 % del PIB, el doble que China. Esta situación es espoleada por el bajo precio del petróleo.

Pero con todas estas premisas, favorables a la economía europea, se constata que por haber hecho esa política monetaria con retraso a la estadounidense, los niveles de empleo, etc., pre-crisis todavía no se han alcanzado. Lo harían en los años 2017-2019 si se mantuvieran las actuales condiciones. Pero, en cambio, se presume que pueden ocurrir fenómenos de deflación y que hay un cambio de coyuntura económica.

Los países emergentes están empezando un periodo de crisis ante la bajada de precios de las materias primas; la guerra por los tipos de cambio es visible (devaluación del yuan chino y de otras monedas); el agotamiento de la política expansiva del BCE que anuncia su reducción y la disminución de compra de deuda soberana, etc.

Todo esto en un contexto de competencia fiscal y elusión fiscal de las multinacionales, con un aumento de la desigualdad entre países, y dentro de los países, que aleja la convergencia y provoca estallidos de movimientos xenófobos y nacionalismos. Las autoridades europeas mantienen las políticas de reducción del déficit público, que anuncian recortes presupuestarios o una redistribución de la carga fiscal de los estados, y periódicamente hacen vueltas de tuerca para ‘competir’ vía reducción de salarios y prestaciones sociales.

Los sindicalistas, uno o dos por cada país europeo, entre ellos USO, en base a las resoluciones aprobadas en el reciente Congreso de la CES y en sus últimas reuniones del Comité Ejecutivo, del 28 y 29 de octubre, constataron la reducción del peso salarial en la Renta Nacional como consecuencia de que sus aumentos –en caso de darse- son menores a la productividad; la redistribución anti progresiva de la carga fiscal/cotizaciones sociales; y que el Plan Juncker tiene serias limitaciones cuantitativas y espaciales, con un diseño que hace que países como Grecia –uno de los más necesitados de inversión exterior- no tenga ningún proyecto aceptado.

El planteamiento sindical pasa por

  • Aumentar la demanda agregada y específicamente la interna;
  • Reindustrializar Europa (ahora ha caído su aportación al 15%);
  • Competir con innovación y calidad y no bajos salarios;
  • Apoyar el plan BEPS de reducción de la erosión fiscal de las multinacionales y exigir que no haya retrasos en las declaraciones obligatorias de las multinacionales para saber cuánto pagan de impuestos en cada país;
  • Tener una Base Imponible común, para luchar contra la elusión fiscal, que supone 300.000 millones al año.