El pasado sábado, 114 organizaciones y plataformas, entre las que se encuentra USO, convocaron a la ciudadanía para pedir que se cumplan los acuerdos firmados por la Unión Europea de acogida de personas refugiadas y se respete la legislación en materia de asilo y refugio.

Hoy, 20 de junio, Día Internacional de las Personas Refugiadas, reivindicamos que el espíritu de solidaridad y responsabilidad deben regir las políticas de protección internacional en España y en Europa, y nuestro sindicato, la USO, seguirá en su labor de agente social de cambio, luchando para que las normas se cumplan y seamos un verdadero Estado de Derecho.

Según ACNUR estamos ante la peor crisis de personas refugiadas en el último cuarto de siglo. Sólo la Guerra de Siria ha dejado 4,8 millones de personas refugiadas, 260.000 personas asesinadas, más de 12.000 eran niños y niñas. Las que han podido salir han llegado a Turquía, Líbano o Jordania, otras han intentado cruzar el Mediterráneo. Las personas que no pueden salir de sus países se encuentran desplazadas dentro de su propio país en verdaderos estados de necesidad.

Según ACNUR, en 2015 un total de 1.015.078 personas llegaron a Europa a través del Mediterráneo buscando una oportunidad de vida, lo que supuso un 79% de aumento respecto a 2014. La situación por tanto fue de emergencia, sobre todo en Grecia e Italia que por su cercanía recibieron al mayor número de personas -1.010.565- de orígenes diferentes. El 85% llegaron a Grecia provenientes sobre todo de Siria, Afganistán, Pakistán, Irak, Somalia y otros, y el 15% restante llegaron a Italia provenientes de Eritrea, Nigeria, Somalia, Sudán, Gambia, Siria, Senegal, Mali, Bangladesh, Marruecos, Ghana, Costa de Marfil, Etiopía, Guinea, Egipto, Pakistán, Palestina, Irak, Túnez, Camerún, Libia, otros. Son muchos los países en los que la vida vale muy poco y la necesidad de buscar un destino mejor es superior al miedo a perder la vida en el intento.

La Comisión Europea lanzó en mayo 2015 la Agenda Europea de Migración para salvar vidas, aumentar los Fondos de Asilo, Migración e Integración a los países de frontera exterior y “cuotas de solidaridad” entre los estados miembros, en función del PIB de cada país, de su población, tasa de paro, número de solicitantes de asilo previos, etc.

En julio 2015 se comprometió a la reubicación en otro país de 160.000 personas que ya estaban y habían pedido asilo en la UE (sobre todo en Grecia e Italia), y al reasentamiento de 22.504 procedentes de campamentos de refugiados fuera de Europa, mayormente de Líbano, Turquía y Jordania, donde hay 3 millones. Solo si existe voluntad política el sistema de acogida habrá funcionado.

El 7 de marzo de 2016, el Consejo de la UE acordaba la ‘externalización a Turquía’ del derecho europeo de asilo, y la devolución en masa de cientos de miles de personas refugiadas sin el respeto a las normas internacionales, dejando el problema a otros a cambio de dinero.

Europa se comprometió a acoger a 182.504 personas, de las cuales han sido acogidas 36.984, lo que supone sólo el 20% de lo acordado. Alemania es el país que más personas ha acogido con 7.258 y Rumanía el que menos con 634 personas.

España, con el 9% de la población de la UE, se comprometió en 2015 a reubicar antes de septiembre de 2017 a 15.888 (9.323 desde Grecia e Italia) y a reasentar a 1.449, en total 17.337 personas. A 106 días de que acabe ese plazo, solo ha proporcionado reubicación a 886 personas y reasentamiento a 418: en total 1.304 personas, mayoritariamente sirias, iraquíes y eritreas. Un incumplimiento del 92,5% de su compromiso, o lo que es lo mismo, solo hemos cumplido la obligación en un 7,5%.

La Comisión pide por un lado que se cumplan las obligaciones de reubicación y reasentamiento, y por otro refuerza la frontera europea y la Guardia Costera. El acuerdo UE-Turquía sigue reduciendo el número de personas que consiguen llegar a Grecia, aunque reconoce que se debe mejorar el procedimiento de solicitudes de asilo en Grecia. Se han empezado a poner en marcha procedimientos de sanción a la República Checa, Hungría y Polonia por incumplimiento de sus obligaciones legales de acogida.

El primer riesgo al que se enfrentan los refugiados es la llegada a un lugar seguro. Seguimos sin tener pasillos humanitarios y vías seguras de llegada, o la posibilidad de pedir asilo en las Embajadas, lo que hace que las personas tengan que emprender un viaje sin muchas garantías de éxito y por el que pagan un alto coste; el máximo su vida o la de sus familiares.

El cierre de fronteras ha dejado en 2016 4.700 cadáveres en el Mediterráneo, 1.000 muertes más que en 2015. En lo que va de año ya se contabilizan 1.808 personas muertas en aguas del Mediterráneo, y desconocemos cuántas personas han quedado por el camino antes de llegar al mar.

El trabajo en y con los países de origen para acabar con las causas de los desplazamientos y la búsqueda de asilo es fundamental. Es necesaria una verdadera voluntad política que ponga a las persas en primer plano y que toda la comunidad internacional actúe solidariamente en defensa de la dignidad y el derecho a la vida.

En una Europa con nivel 4 de alarma terrorista, con ataques de radicales que poco tienen que ver con el perfil de personas refugiadas que huyen de la guerra y de la persecución por su religión, sexo, ideas políticas, etc., sino con extremismos ideológicos de personas fanáticas que matan indiscriminadamente, el mensaje xenófobo es el mensaje fácil y cala en una sociedad en crisis de valores, de ideales políticos y sociales.

No deberíamos dejarnos llevar por la demagogia. Conocer es dejar de temer por lo que el voluntariado en organizaciones que trabajan codo a codo con las personas refugiadas en nuestro país puede servir para cambiar nuestro punto de vista y conocer la verdadera realidad.