La llamada “crisis diplomática entre España y Marruecos” no puede ocultar un drama humanitario en Ceuta donde la prioridad deben ser los Derechos Humanos y los menores

La crisis del puesto fronterizo del Tarajal, entre Ceuta y Marruecos, ha provocado un drama humanitario que España y Unión Europea deben solucionar respetando sin debates los Derechos Humanos por encima de analizar las causas o buscar responsables políticos o diplomáticos. El paso hacia España a través de Ceuta es uno de los puntos geopolíticos más importantes de todo el mundo, con infinidad de movimientos migratorios diarios que en muchas ocasiones son el reflejo de grandes crisis humanitarias.

Las imágenes que hemos visto esta semana en Ceuta no deben repetirse nunca más. Este suceso ha transcendido a la que se ha denominado “crisis diplomática entre España y Marruecos”. Estamos hablando de vidas humanas, que no pueden ser una moneda de cambio por razones estratégicas o políticas.

La traumática experiencia de las personas que han cruzado la frontera no ha acabado aún. A la acumulación de personas en la playa de Ceuta, sin los recursos más elementales, y al número desconocido de muertos o desaparecidos, se suman las devoluciones en caliente y la separación de menores de edad de sus padres. Menores cuyo futuro está en el aire.

Para ellos no hay grandes opciones. La primera es volver a su país. A pesar del anuncio de que no retornarían menores, no hay un protocolo claro. O pasar a formar parte de un sistema de acogida que cada vez está más desbordado. En este sentido, desde USO recordamos algo obvio: son menores. En ningún momento pueden ser señalados ni estigmatizados, ni convertirse en una diana de ataques de odio, racistas o xenófobos. La protección de la infancia no puede entender de fronteras ni de origen. Es, de todos los dramas a los que hay que dar respuesta en esta crisis, el prioritario.

Falta de amplitud de miras para resolver el problema en origen

Desde USO echamos de menos, unos días después de que estallara este hecho puntual, la falta de debate sobre el origen del problema, que es de mucha mayor magnitud que esta explosión momentánea. La inmigración irregular responde a una problemática estructural, compleja y de gran relevancia para las relaciones humanas. Responde a crisis humanitarias en orígenes muchas veces lejanos a nuestras fronteras pero que no por ello no existen. Cuando se acercan a ellas y se visualizan, volver a alejarlas no las resuelve.

La política migratoria y la cooperación al desarrollo para evitar los grandes éxodos llevan años enquistadas a nivel europeo. Las soluciones a las grandes crisis humanitarias han sido lentas, sin consenso y se han dejado demasiadas vidas por el camino. Y, además de las acciones, también es necesario cuidar los mensajes y el lenguaje que se utiliza para hablar de un tema tan delicado, para que siempre quede por delante el respeto a los Derechos Humanos y que las personas que emigran no pueden ser cosificadas o criminalizadas.