Tras trece días sin avances, la 20ª Cumbre del Clima celebrada en Lima deja un resultado decepcionante. Pese a que se alcanzó un acuerdo a última hora, éste es insuficiente para hacer frente a las advertencias de la ciencia y ONGs.

El acuerdo urge, que no obliga, a los países desarrollados, a cooperar económicamente con los países en desarrollo para afrontar las consecuencias del cambio climático. Los países firmantes se comprometen también a elaborar un documento no vinculante en el que marcarán sus objetivos de reducción de las emisiones.

Estos documentos deben servir de base para el acuerdo que salga de la Cumbre de Paris 2015. Esta cumbre está llamada a ser la Cumbre de las Cumbres, ya que será la herramienta de lucha contra el cambio climático desde 2020, que finaliza la aplicación de Kioto, hasta 2050.

Muchos gobiernos siguen sin oír la llamada de la comunidad científica, que dice que el cambio climático será irreversible si no se reducen las emisiones entre un 40% y un 70%. Se ha perdido en esta cumbre la oportunidad de dejar ya de poner en peligro la vida en el planeta. Los Gobiernos participantes en la Cumbre saben que si las temperaturas suben 2º por encima de los niveles preindustriales las consecuencias serán impredecibles.

La organización meteorológica mundial avisó de que en 2013 la temperatura media mundial aumentó medio grado, de 14º a 14,5º, y de que durante 2013 “las precipitaciones fueron más fuertes, el calor más intenso y los daños causados por las mareas, las tempestades y las inundaciones costeras debido al aumento del nivel del mar más violentas, como demostró el tifón Yolanda, en Filipinas, y esta tendencia continuará en los próximos siglos”.

Desde la USO instamos al Gobierno a elaborar, en el marco del acuerdo alcanzado en Lima, una hoja de ruta ambiciosa para reducir las emisiones en nuestro país. España puede verse severamente afectada por el cambio climático y debemos liderar la lucha contra éste a nivel mundial. Asimismo el Gobierno debe prever los efectos de la transición a una nueva economía de emisiones reducidas y evitar que esto golpee aun más a la clase trabajadora española, ya suficientemente azotada por la crisis de años que sufrimos, y de la que debemos salir construyendo una economía que anteponga los derechos sociales y el respeto al medio ambiente a los intereses de las élites económicas.