En el Día Mundial contra la hepatitis vírica, USO te explica qué es esta enfermedad, los tipos que existen y los tóxicos implicados en patologías hepáticas que encontramos con más frecuencia en el ámbito laboral

La hepatitis es una enfermedad que provoca una inflamación del hígado, un órgano vital que se encarga, entre otras funciones, de filtrar la sangre, producir bilis, procesar nutrientes, descomponer sustancias químicas y controlar el nivel de hormonas. Puede estar provocada por un virus, por consumo de alcohol, drogas o fármacos o por una disfunción del sistema inmunológico que hace que ataque las células hepáticas.

Esta enfermedad puede curarse antes de medio año o puede hacerse crónica y provocar daño hepático, que a la larga puede dar lugar a cirrosis o cáncer de hígado. Que evolucione de una manera u otra depende del tipo de hepatitis:

  • Hepatitis A. Es una de las dos que se transmite por el consumo de agua o alimentos contaminados. Este tipo de virus suele provocar una infección leve, con una recuperación completa al cabo de unas semanas.
  • Hepatitis B. Se transmite sobre todo cuando la sangre, el semen u otros líquidos corporales de una persona infectada, incluso en cantidades microscópicas, entra en el cuerpo de una persona no infectada.
  • Hepatitis C. Se transmite casi siempre por la exposición a sangre contaminada, que suele producirse por transfusiones de sangre o al compartir jeringuillas, o hacerse piercings o tatuajes con instrumentos contaminados. Aunque la transmisión sexual también es posible, esta posibilidad es más excepcional. A diferencia del resto de los virus, el de la hepatitis C no tiene vacuna.
  • Hepatitis D. Esta enfermedad afecta sólo a personas infectadas ya por la hepatitis B, ya que necesita el virus de tipo D necesita el B para sobrevivir. La simultaneidad de ambos virus hace que pueda aparecer una afección más grave. Se transmite sobre todo por vía sanguínea, a través de jeringuillas usadas por personas infectadas o por compartir objetos de higiene personal como cepillos de dientes, máquinas de afeitar o en transfusiones sanguíneas, por contacto sexual sin protección y de madre a hijo.
  • Hepatitis E. Se transmite a través del consumo de agua o alimentos contaminados (hielo, frutas y verduras crudas sin lavar…). No cuenta con una vacuna. Su prevención pasa por extremar las medidas higiénicas y evitar el consumo de bebidas y alimentos contaminados. Tampoco causa enfermedad crónica.

Exposición a sustancias tóxicas en el trabajo

La hepatitis generalmente aparece en aquellas personas que se exponen crónicamente a productos que les han sensibilizado previamente y provocado un daño hepático que ha pasado inadvertido, cuando estos tipos de hepatitis se encuentran relacionados con sustancias tóxicas laborales.

Los tóxicos que están implicados en las patologías hepáticas con más frecuencia en el ámbito laboral son:

  • los hidrocarburos alifáticos clorados como los disolventes a base de diclorometano, cloroformo y el tetracloruro de carbono;
  • los hidrocarburos alifáticos bromados como el dibromuro de etileno;
  • los hidrocarburos hidroclorofluorocarbonos, que son sustancias que se utilizan fundamentalmente en aplicaciones de acondicionamiento de aire como refrigerantes, instalaciones frigoríficas, climatización;
  • los hidrocarburos alifáticos nitrogenados, el 2-nitropropano se usa como disolvente para colas, pinturas, tintas, resinas y ceras;
  • los hidrocarburos aromáticos tolueno, un disolvente de pinturas, barnices y colas.

Se debe sospechar de una causa laboral de una hepatopatía ante los siguientes supuestos:

  • Intoxicación aguda, con ocasión de un accidente o incidente técnico, bien a raíz de la introducción de un nuevo procedimiento industrial, bien a la introducción de nuevas sustancias o bien con relación a tareas de mantenimiento.
  • Dentro de un contexto laboral, una vez se han descartado otras causas extralaborales capaces de provocar hepatopatías: en trabajadores que presenten un daño hepático agudo, con anomalías asintomáticas de los enzimas hepáticos, en los que se halla un cuadro de cirrosis o de hipertensión portal o con exploración y analítica sugestivas de tumor hepático.

La vigilancia de la salud de las personas trabajadoras tiene como finalidad la identificación de problemas de salud y la evaluación de las intervenciones preventivas llevadas a cabo por las empresas. Consiste, además, en el control sistemático y continuo de los episodios relacionados con la salud en la población activa con el fin de prevenir y controlar los riesgos profesionales, así como las enfermedades y lesiones asociadas a ellos.

Por tanto, se debería de realizar un reconocimiento previo a la incorporación en puestos donde se manejen tóxicos, con el objetivo de detectar la presencia de un daño hepático subyacente que condicione una idoneidad o incluso una aptitud del candidato; y reconocimientos periódicos que sirvan para la detección precoz de daño, la realización de estudios que puedan poner en evidencia fallos en la protección frente a las exposiciones o que permitan detectar necesidades específicas de protección o la evaluación del resultado de las medidas de protección llevadas a cabo.

Daño hepático en trabajadores

Existen diversas situaciones ante las que el personal médico del trabajo debe tomar una decisión referente a la aptitud de las personas trabajadoras:

  • Con daño hepático preexistente y deban incorporarse a un lugar de trabajo con posible exposición a sustancias hepatotóxicas. Es recomendable no asignar puestos de trabajo en los que haya una posibilidad de exposición a personas con hepatopatía subyacente. El problema se presenta cuando la empresa no posee una evaluación de riesgos de suficiente calidad o no dispone de puestos de trabajo lo suficientemente diversificados.
  • Que presentan daño hepático asociado a una sustancia química presente en su lugar de trabajo. Deberá demostrarse que el daño hepático en cuestión proviene de la exposición laboral. Si la relación causa-efecto puede establecerse sin dudas y la exposición no puede ser suprimida, el trabajador debe ser considerado no apto para el puesto de trabajo.
  • Que registran alteraciones asintomáticas de las transaminasas. En este caso, y dado que una elevación de las transaminasas, aunque sea asintomática, obedece a una citólisis, debe proponerse al trabajador un seguimiento de su analítica, al cabo de una o dos semanas, recomendándole una incapacidad temporal.
  • Con elevación aislada de la gama-GT. Las gama-GT se eleva ante casi cualquier agente que afecte al hígado. No es habitual su elevación exclusiva, en caso de exposición a un hepatotóxico. Se eleva, incluso, en ausencia de daño hepático, por algunos medicamentos o en presencia de esteatosis no alcohólica.

Desde USO, pedimos a las personas que trabajen con las sustancias que pueden generar algún tipo de hepatitis, crónica o temporal, que reclamen la realización del reconocimiento médico previo a la incorporación con el objetivo de conocer su salud antes del inicio de la actividad laboral.

El reconocimiento médico es un modo de probar que la patología está causada por agentes del entorno laboral ante:

  • una posible determinación de contingencia, en la que el Instituto Nacional de la Seguridad Social valorará si es profesional o enfermedad común;
  • una incapacidad permanente total, en la que la persona está incapacitada para su profesión habitual;
  • un recargo de prestaciones, impulsado por la Inspección de Trabajo, ante la falta o la inadecuación de las medidas preventivas, o
  • la reclamación de algún tipo de responsabilidad ya sea penal, civil o administrativa.