En el seno de la Confederación Europea de Sindicatos, se ha formado un grupo de trabajo sobre Diálogo Macroeconómico que está dando sus primeros pasos de consolidación, y en el que está USO presente. Este grupo, compuesto por economistas y expertos laborales, está llevando a cabo un trabajo para unificar un discurso común en ese ámbito y que sirva para que los sindicatos trasladen a las autoridades económicas europeas, ya sea de la Comisión, Consejo o el Banco Central Europeo, las alternativas al discurso dominante, neoliberal, que parece sólo incidir cuando hablan de reformas estructurales, en flexibilizar a la baja salarios y condiciones laborales e incluso el gasto social, sin apenas referirse a la potenciación del tejido productivo, industrial o la evidente desigualdad que se incrementa y asola Europa, con una mayor presencia de pobreza en todos sus países.

El pasado 22 de enero este grupo de trabajo se reunió con el objetivo de preparar el encuentro que el día 27 de enero tendrá lugar con responsables ‘técnicos’, otros economistas de los organismos antes citados, junto con las patronales europeas y donde se discutirá sobre política monetaria, el plan Juncker, las consecuencias del plan de estabilidad y otros temas y que servirán para elaborar la agenda y discusión política de conclusiones para una reunión entre la secretaria general de la CES, Bernadette Segol, y la secretaria de la CES, Veronica Nilsson, con otros altos interlocutores de todas esas instituciones.

En la reunión se presentaron dos informes por parte de Ronald Janssen de la CES y Christophe Blot del instituto de investigación, OFCE, en los que se constató que la política monetaria dirigida por el BCE había cubierto las expectativas demandadas en el anterior encuentro celebrado en Madrid el año pasado. Se estaba realizando una política monetaria laxa, con disminución del tipo nominal de interés, bajada del tipo de cambio euro-dólar y que se estaban poniendo los cimientos de una política monetaria expansiva con la promesa de compra de deuda pública por parte del BCE. Los expertos reunidos eran conscientes de que en la actual situación de práctica deflación, los tipos reales (tipos nominales deflactados por una inflación negativa) podían haber subido y que eso afectaba muy negativamente a la mejora de márgenes de los estados endeudados.

Por ello, se acordó trasladar a los próximos interlocutores la necesidad de poner en la agenda la menor capacidad productiva tras la crisis, la desindustrialización que se ha producido y el error que supondría privilegiar una disminución salarial en los países del Sur porque afectará a la demanda de esos países y agravaría la recesión. Por el contrario, los expertos abogan por incrementar el plan Juncker de inversiones, y que éste sea financiado, que deben ser distribuidas en función de la situación económica de los países europeos y no por su tamaño para que haya una ‘redistribución’ efectiva. Además, se planteó el tema de la fiscalidad como asunto relevante para evitar la competitividad fiscal a la baja que sólo beneficia a las multinacionales a costa de deprimir la cohesión social y la satisfacción de bienes públicos o salario indirecto, tan gravemente afectado por la crisis.

Por último se abordó la necesidad de una reestructuración de la deuda pública griega y cómo sería necesario que los griegos no pagasen intereses superiores a los que el BCE exige a la banca privada.