El síndrome del edificio enfermo se da en construcciones con un diseño o mantenimiento que no es adecuado para trabajar

El síndrome del edificio enfermo nace de construcciones con un diseño o mantenimiento que no es el adecuado. Así, actualmente existen muchos puestos de trabajo localizados en oficinas en el interior de edificios donde falla esa idoneidad para emplazar un puesto de trabajo.

Este tipo de situaciones se manifiesta en el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE). El síndrome consiste en un conjunto de síntomas que presentan los trabajadores de un edificio que, a priori, tienen una causa incierta. Este tipo de problemas de salud pueden provocar absentismo y baja productividad entre los trabajadores debido a la aparición de enfermedades relacionadas con la calidad del aire interior.

La OMS definió en los años 80 el síndrome como el “conjunto de molestias y enfermedades originadas o estimuladas por la mala ventilación, la descompensación de temperaturas, las cargas iónicas y electromagnéticas, las partículas en suspensión, los gases y vapores de origen químico y los bioaerosoles (virus, ácaros), entre otros agentes causales identificados, que produce, en al menos un 20% de los ocupantes, un conjunto de síntomas inespecíficos, sin que sus causas estén perfectamente definidas”. La incidencia real del problema es desconocida, pero se estima que afecta al 30% de los edificios modernos.

Materiales sintéticos, entre las principales causas para un “edificio enfermo”

El diseño de edificios “inteligentes” con materiales sintéticos, que no permiten en la mayoría de los casos una ventilación natural, pueden provocar irritaciones oculares, de nariz y garganta; sequedad en mucosas y piel, erupciones cutáneas; dolor de cabeza, fatiga mental y somnolencia o infecciones en vías respiratorias con un mayor índice de resfriados.

Este tipo de edificios presenta una serie de características comunes como un sistema de ventilación forzada, superficies interiores recubiertas con material textil, construcción ligera y poco costosa y ventanas herméticas que no permiten la entrada de aire fresco procedente del exterior.

Las características de los edificios calificados como “enfermos”, pueden provocar un agravamiento de enfermedades como el asma bronquial, la dermatitis atópica o la rinitis alérgica de trabajadores que padezcan la enfermedad, al estar expuestos a los alérgenos presentes en el aire y a determinadas condiciones ambientales de temperatura y humedad. Los síntomas de los trabajadores comienzan a las pocas horas de la exposición en el interior del edificio y mejoran tras salir del mismo y alejarse del ambiente que los provoca.

Prevención de riesgos laborales para evitar este síndrome

Ante un edificio “enfermo” se pueden adoptar una serie de medidas para reducir la probabilidad de aparición de molestias en los trabajadores como:

  • un adecuado mantenimiento y limpieza del edificio.
  • evitar el diseño con amplias zonas de moqueta y revestimientos con fibras artificiales.
  • distribución espaciosa de las áreas de trabajo.
  • mantener una humedad relativa entre el 40 y 60%.
  • revisar la iluminación para su correcto mantenimiento, sobre todo, si es fluorescente.
  • evitar las temperaturas superiores a los 23°C.
  • diseñar renovaciones del aire en los locales de trabajo como mínimo de entre 7 y 10 litros por segundo y persona en espacios generales; o entre 12 y 18 litros por segundo y persona en salas de reuniones.

Desde USO, defendemos que es necesario hacer hincapié en la vigilancia de una adecuada calidad del aire interior de los edificios destinados a locales de trabajo para prevenir la aparición de enfermedades comunes y profesionales en un futuro.