La igualdad salarial sigue siendo una asignatura pendiente en España. La situación de la mujer en el mercado laboral y la pandemia no han contribuido a acabar con la brecha salarial

Este 18 de septiembre se celebra, por segundo año consecutivo, el Día Internacional de la Igualdad Salarial. Este día, en el que se pretende reivindicar la igualdad de oportunidades económicas para hombres y mujeres, fue declarado como tal por la ONU en 2020, después de que la pandemia supusiera un crecimiento de la brecha de género e importantes retrocesos en materia de igualdad retributiva.

Las mujeres cobran de media, a nivel mundial, un 20% menos que los hombres. La desigualdad salarial entre hombres y mujeres varía según regiones y países, y puede explicarse a través de una serie de factores como:

  • los roles de género,
  • la infrarrepresentación de las mujeres en el mercado de trabajo,
  • la desigual distribución de hombres y mujeres por sectores productivos (segregación horizontal), o
  • la pertenencia de las mujeres a categorías profesionales inferiores (segregación vertical).

Además, son muchas las mujeres que trabajan en la economía informal (alrededor del 60%, calcula la ONU) o las que trabajan a tiempo parcial, por problemas de conciliación o por falta de oportunidades laborales.

Según un informe del Foro Económico Mundial, deberán pasar 267 años para conseguir una igualdad salarial plena. En el índice que elabora el Foro todos los años sobre la brecha de género, España baja de puesto, precisamente por retrocesos en este aspecto.

Hacia el objetivo 5: la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer

La violencia que se ejerce contra las mujeres en el mundo no es exclusivamente física, también es económica. La brecha salarial es un indicador que demuestra la existencia de esta violencia, traducida en menos oportunidades y derechos para las mujeres.

En los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS), concretamente a través del objetivo 5, se denuncian las dificultades a las que todavía hoy se enfrentan las mujeres. Entre estas, la falta de independencia económica y de oportunidades. La meta 8.5 hace referencia al logro del pleno empleo y el trabajo decente para hombres y mujeres por igual, incluidos jóvenes y  personas con discapacidad, así como a la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor o igualdad salarial.

Además de la discriminación económica por ser mujer, se añaden otros factores de discriminación como la raza, ser refugiada o migrante, tener alguna discapacidad o el simple hecho de tener hijos. También un bajo nivel de estudios: según Eurostat, el nivel educativo es clave en la determinación de la brecha laboral. Si bien en todos los niveles de educación se vislumbró la brecha de género en el empleo en favor de los hombres (más hombres empleados que mujeres), esta era mayor en las mujeres con bajos estudios. Concretamente, la brecha de género en los niveles educativos altos es de 6,4 puntos porcentuales, mientras que en los bajos es del 22,5.

Algunas de las medidas para reducir la brecha salarial, que la Organización Internacional del Trabajo ha enumerado recientemente son:

  • legislación en materia de igualdad de remuneración,
  • auditorias y mecanismos de transparencia salarial en las empresas,
  • certificación de empresas que aplican la igualdad salarial,
  • calculadoras online que permiten calcular qué parte de la brecha se debe a la discriminación,
  • negociación colectiva inclusiva con cláusulas sobre la igualdad salarial.

Reducir la brecha salarial es posible: a través de la colaboración de empresas, países y trabajadores. Sin una cooperación adecuada a nivel global no podemos solucionar un problema que es, precisamente, global. La Coalición Internacional Para la Igualdad Salarial (EPIC por sus siglas en inglés), se ha creado precisamente para fomentarla.

La desigualdad salarial en España

Según un informe publicado por el Foro Económico Mundial, la segunda mayor brecha de género es el de participación y oportunidades económicas. Hasta ahora, solo se ha cerrado el 58,3% de la brecha salarial.

La brecha económica es la más impactante y, según este estudio, nos llevará 267 años de trabajo que las mujeres cuenten con las mismas oportunidades e ingresos que los hombres, por un mismo tipo de trabajo y nivel formativo.

España ha perdido puestos en el ranking anual sobre la brecha de género. Actualmente se sitúa en el puesto 14 entre los 156 países analizados. Si bien en dicho informe se reconocen algunos logros como la mejora en el empoderamiento político o el acceso al sistema educativo, también se llama la atención sobre la desigualdad de remuneración existente. En nuestro país se debe, principalmente, a los altos índices de parcialidad de las mujeres.

Concretamente, el ingreso estimado que perciben las mujeres en España por su trabajo representa el 65,1% del que ganan los hombres. En cuanto a tipo de contratos, ellas, en un 40,5%, cuentan con un trabajo a tiempo parcial frente al 21% de los hombres.

En el subíndice de participación económica y oportunidades del “The Global Gender Gap Index 2021”, nos encontramos en el puesto 71. Esto indica que aún tenemos mucho trabajo por delante para cerrar la brecha económica de género.

Pero además del estudio mencionado, otros corroboran el deterioro que ha sufrido España en materia de igualdad salarial. La Organización Mundial del Trabajo (OIT), en su Informe mundial sobre salarios 2020-21, apunta una caída de la retribución de las mujeres del 14,9% en la segunda mitad de 2020, mientras que la de los hombres fue del 11,3%. Por su parte, el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE) considera que, a este ritmo, a la UE aún le faltan 60 años para conseguir la plena igualdad de género.

El covid-19, clave de los retrocesos

La pandemia no ha contribuido a que se cierren las brechas de género, ni a la disminución de la brecha salarial. Por el contrario, las ha agravado.

Las desigualdades existentes previamente, como la distribución de las mujeres en los sectores productivos y puestos peor valorados, han propiciado un retroceso económico y laboral para las mujeres. Los roles tradicionales –basados en estereotipos de género- junto a los problemas de conciliación han sido una de las claves de este hecho.

Las mujeres, además, se encuentran sobrerrepresentadas laboralmente en los sectores que peor lo han pasado: comercio o restauración. Este es otro de los factores que explican la bajada de ingresos que han sufrido las mujeres en general, lo que se ha sumado a los factores estructurales, como los altos índices de parcialidad entre las mujeres en España.

La pandemia ha puesto sobre la mesa el reto de la conciliación, pero también ha impulsado la digitalización y la automatización. El acelerón de la transformación digital puede llegar a ser perjudicial para la sociedad si las mujeres no salen beneficiadas de esta. Por eso, la perspectiva de género debe estar en el centro de todas las políticas, ya sean de empleo o relacionadas con la innovación.

USO pone de manifiesto la necesidad de realizar más estudios sobre los múltiples factores que motivan la brecha salarial existente en el mundo, Europa y, concretamente, en España. Además, de implementar las herramientas necesarias para reducir la brecha salarial desde las instituciones, empresas y sindicatos.

Celebramos, por otra parte, que nuestro país tenga buenos resultados en materia de liderazgo político de las mujeres, pues solo incorporando su visión directamente, en todas las instancias de poder (judicial, legislativo, ejecutivo, consejos de administración, sindicatos, ejecutivas, etc.) podremos llevar a cabo un cambio significativo y verdadero.