La utilización de métodos de organización del trabajo digitalizados está creciendo y, en consecuencia, surgen nuevos riesgos psicosociales

Sensores, wearables, producen datos que se utilizan para realizar un seguimiento de la productividad, el estado emocional de la plantilla e incluso predecir su personalidad. Desde USO, advertimos de los nuevos riesgos psicosociales que se generan por el manejo de la tecnología en el trabajo.

Las empresas delegan el tratamiento y uso de la información en la toma de decisiones a los algoritmos o inteligencia artificial. Estos algoritmos se utilizan para distribuir tareas, programar actividades, evaluar el trabajo o, incluso, contratar o despedir. La inteligencia artificial se convierte así en un sucesor del responsable de recursos humanos y de los mandos intermedios.

Látigo digital

Por ejemplo, en los centros logísticos de Amazon se utilizan wearables para llevar el control del tiempo que tarda un auxiliar de almacén en transportar paquetes. Si tarda más de lo estipulado por la empresa, se envía un aviso de advertencia. Hoteles y empresas de limpieza han utilizado ya estos dispositivos para medir el tiempo que se tarda en limpiar un lavabo.

Esto se denomina el látigo digital. Estos mensajes sirven como un recordatorio constante de que la empresa te está vigilando. Además, te presiona para que se trabaje cada vez más rápido y se cumplan con las expectativas empresariales.

La gestión del trabajo digital significa que no se reciben instrucciones ni comentarios sobre el trabajo o desempeño de otro ser humano, sino una respuesta automatizada con parámetros predefinidos. Este hecho puede causar riesgos específicos para la salud de los trabajadores, ya que es posible que no se haya preparado o programado un algoritmo para minimizar estos riesgos.

Múltiples factores de riesgos psicosociales

Tener un algoritmo o que la inteligencia artificial sea la que gestione la organización del trabajo, puede aumentar el factor de riesgo debido a sus capacidades omnipresentes o su falta de empatía. La toma de decisiones basada en IA podría causar una difusión de la responsabilidad de protección de la salud, lo que posiblemente provoque más accidentes.

En sentido contrario, los sistemas automáticos también podrían servir para la prevención de riesgos laborales, por ejemplo, mediante la monitorización de la frecuencia cardíaca para evitar infartos. Por tanto, la inteligencia artificial tiene aspectos positivos y negativos, que no dependen de la tecnología en sí, sino de su utilización.

Algunos de los factores de riesgos psicosociales que se producen por este nuevo tipo de supervisión son:

  • Monitoreo constante. Cada vez se recopilan mayor cantidad de datos sobre el trabajo realizado.
  • Falta de autonomía. El control y supervisión por parte de un organismo omnipresente y virtualmente omnipotente implica que se tienen pocas posibilidades de tomar decisiones autónomas. El algoritmo decide cuál es la mejor forma, es decir la más productiva para la empresa, de realizar una tarea y de organizar un trabajo.
  • Sesgo y discriminación causados por el algoritmo. La gestión laboral realizada por algoritmos tiene como objetivo buscar patrones recurrentes y correlaciones con el fin de predecir la mejor forma de gestionar los recursos humanos. Este trato injusto puede provocar ansiedad, frustración e incluso desánimo y depresión.
  • Complejidad y falta de transparencia. La excesiva carga de información que se recibe y la incapacidad para procesarla adecuadamente, provoca una sobrecarga. En el trabajo de las plataformas, cuya secuencia de trabajo y asignación de tareas son manejadas por un algoritmo, las personas trabajadoras se quejan de información insuficiente.
  • Cuestiones éticas. El trabajo que suele realizar un mando intermedio o un responsable de recursos humanos lo asume un algoritmo. Produce frustración y desesperación.

Las personas, en el centro de la gestión del trabajo

En este nuevo contexto, en USO estamos convencidos de que el motor del cambio a estos nuevos escenarios son las personas y cualquier nueva política que se implante debe tenerlas en el centro de la gestión. Al principio, las nuevas tecnologías suelen producir rechazo, si bien, en los sectores donde la alta siniestralidad no baja, se puede vencer esta resistencia inicial con los múltiples beneficios que se genera por la protección a la salud.

Entretanto, se debería regular el uso de algoritmos o inteligencia artificial, a través de una Directiva Europea, donde se imponga a la empresa una evaluación de riesgos específica, con procedimientos técnicos estandarizados y con suficiente aval científico.

En cualquier caso, en la programación se debería respetar la privacidad y aplicación del principio de precaución, adaptar el trabajo a las características físicas de la persona, la autonomía para poder decidir sobre los descansos y las pausas activas y la transparencia sobre los datos que se recogen y su finalidad.