El nuevo protocolo global para combatir el trabajo forzoso, adoptado recientemente por la Organización Internacional del Trabajo, contribuirá a acelerar la acción contra la esclavitud moderna. El sector privado es responsable del 90% de las 21 millones de víctimas estimadas del trabajo forzoso, generando ganancias equivalentes a cerca de 150.000 millones de dólares al año, por medio de una de las formas más severas de explotación existentes en la actualidad.

El 92% de los delegados de Gobiernos, empleadores y trabajadores presentes en la Conferencia de la OIT votaron a favor del protocolo, que según la OIT servirá para actualizar uno de sus instrumentos más antiguos, el Convenio 29, adaptándolo “a la era moderna”. Qatar, que ha venido siendo el foco de atención por recurrir al trabajo forzoso en la construcción de infraestructuras destinadas a la Copa del Mundo de Fútbol en 2022, se abstuvo en la votación.

 

Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI, ha manifestado que “esta semana el mundo ha tenido conocimiento de que una enorme tajada del mercado internacional del marisco se apoya en la esclavitud moderna presente en la industria pesquera de Tailandia. Esto no es sino parte de un panorama más amplio de explotación viciosa en la cadena global de suministros. El nuevo protocolo de la OIT deberá revitalizar medidas para poner fin al trabajo forzoso, y queremos advertir a aquellos que están haciendo dinero a costa de la esclavitud que el movimiento sindical internacional y nuestros aliados vamos a ir a por ellos y obligarlos a rendir cuentas”.

Las personas atrapadas en el trabajo forzoso hoy en día suelen ser migrantes, pertenecientes a pueblos indígenas o a otros grupos desfavorecidos, trabajando en la agricultura, la construcción, el trabajo doméstico, la pesca y otros sectores donde la organización sindical está restringida o reprimida.

Burrow ha lanzado un mensaje contundente al afirmar que “los Gobiernos deben dar muestras de liderazgo y limpiar las cadenas de suministros globales, además de asegurarse de que aquellos que están más marginados y cuyo trabajo no resulta visible consigan empoderarse para liberarse de las cadenas de la opresión. Confiamos en que todos los Gobiernos ratifiquen este protocolo y lo pongan en aplicación cuanto antes”.

La adopción del protocolo, y la recomendación que lo acompaña, es la culminación de una campaña internacional de dos años de duración, por parte de una coalición de sindicatos y otros grupos de la sociedad civil.