La emancipación registra la cifra más baja del siglo tras la crisis por la pandemia, pero no hay que olvidar que es un problema anterior a esta

El último Observatorio de Emancipación del CJE para el primer semestre de 2021 señala que se ha registrado la cifra de emancipación más baja del siglo: un 14,9%. Además, durante este periodo, la temporalidad creció más que el empleo, aumentó la tasa de pobreza joven, bajó la cobertura social y también subió el coste efectivo de la vivienda.

Con la presentación del Observatorio de Emancipación del CJE, a la que asistió USO, se busca informar acerca de la situación de la juventud española en lo que a vivienda y empleo se refiere en un determinado momento, así como extraer conclusiones generales sobre sus condiciones de empleo y procesos de transición a la vida adulta.

Recuperación desigual sin una nueva ley laboral

En la presentación, la presidenta del CJE, Elena Ruiz Cebrián, comenzó realizando un alegato en favor de la juventud, que “siempre ha estado en el punto de mira”. En él, denunció los devastadores efectos de la crisis para la juventud, así como una recuperación desigual e injusta, puesto que las principales políticas de protección, como el Ingreso Mínimo Vital (IMV), no llegan a la juventud. Recordó, además, que el punto de partida es ahora más complejo que en 2008, pues “aún no nos habíamos recuperado”.

El resultado directo de estas desigualdades generacionales es la cifra de emancipación más baja de los últimos 20 años. Entre las posibles soluciones, la presidenta del CJE mencionó la derogación de la reforma laboral, que debe llevarse a cabo, aunque no de cualquier manera.

Un fondo con el que USO está de acuerdo, aunque nuestro sindicato huye de la socorrida frase “derogación de la reforma laboral”, pues derogar una ley implica volver a la anterior, que también se demostró ineficaz y nociva. USO exige un nuevo marco regulatorio que dé respuesta a las necesidades actuales, que no contenga los recortes de derechos laborales que supuso la reforma vigente, pero que recoja en su articulado las nuevas realidades del mundo del trabajo.

Paro juvenil, temporalidad y pobreza

El sociólogo Joffre López Oller, coautor del informe, presentó los datos más relevantes del Observatorio. El desempleo sigue por encima de los niveles anteriores a la llegada del covid. Pero, además, han crecido otros indicadores, como la temporalidad y la parcialidad, que abocan a buena parte de la juventud a la pobreza severa.

  • En el primer semestre de 2021, se ha registrado la tasa de emancipación más baja desde 1998: 14,9 %. Esto supone 2,4 puntos menos que en el semestre anterior.
  • La tasa de empleo subió cinco puntos con respecto al año anterior, pero ese crecimiento no basta para alcanzar niveles previos a la crisis. El paro juvenil, aunque ha descendido a un 28,8 %, se encuentra lejos aún del ya de por sí elevado 24,8 % del segundo trimestre de 2019.
  • El aumento del empleo entre la jóvenes ha sido desigual; viéndose favorecidos en mayor medida quienes tienen estudios superiores terminados.
  • La tasa de temporalidad juvenil se ha disparado, hasta tal punto que aumentó más que el empleo. Lo mismo ocurrió con la parcialidad.
  • La juventud ocupa el segundo lugar de la tasa AROPE, que mide el riesgo de pobreza, solo por debajo de los menores de 16 años: “casi el 10% de los jóvenes vive en un hogar con carencia material severa”.

Emancipación imposible: la vivienda, más cara aún

Tras un primer paquete de estadísticas relacionadas con el empleo, el Observatorio se mete de lleno en los datos de vivienda. Así, recoge que:

  • El coste efectivo de la vivienda para el colectivo joven subió. Por ello, en el primer semestre de 2021, una persona joven que quisiera emanciparse debía dedicar, aproximadamente, el 81,9 % de su sueldo al alquiler. Por otro lado, los requisitos para adquirir una vivienda libre no se corresponden con la realidad de la mayoría de los jóvenes. De esta forma, quienes lo consiguen son una minoría, con un perfil muy específico: “una sólida capacidad adquisitiva y/o un apoyo familiar considerable”.
  • A nivel autonómico, se han producido cambios en el ranking de emancipación, pero estos no se deben a la mejora en alguno de los territorios, sino a un empeoramiento desigual de unos sobre otros. Los datos se han mantenido estables en Extremadura (descenso del 0,8), por lo que ocupa la mejor posición. Lo contrario ocurre con La Rioja, con un descenso de casi 7 puntos.
  • Del número de jóvenes emancipados, un 29,8 % son hombres y un 12,2 %, mujeres. La desigualdad de género en la emancipación es fruto, sobre todo, de las desigualdades que se producen en el mercado de trabajo.
  • En el primer semestre de 2021, el 19,6 % de los hogares jóvenes que vivían de alquiler estaba sobreendeudado. Este dato revela que estar emancipado siendo joven no implica necesariamente poseer mejores condiciones vitales.
  • Las tasas de cobertura social (prestaciones) subieron debido a la utilización de los ERTE, pero han caído en picado tras la incorporación de muchas personas jóvenes al trabajo.

La emancipación precisa de políticas a largo plazo, no medidas postcovid

El problema de emancipación de la juventud española es estructural. Las tasas de paro juvenil, temporalidad y parcialidad son siempre demasiado elevadas; la pobreza y las condiciones de trabajo abusivas, la norma; y la segmentación del mercado de trabajo joven provoca altos índices de sobrecualificación. Todo ello trae como consecuencia un difícil acceso de los jóvenes a la vivienda, a pesar de que, aparentemente, el mercado inmobiliario ofrece hoy muchas oportunidades de acceso.

Desde USO nos sumamos a las reivindicaciones del CJE. Las políticas específicas, de empleo o vivienda, deben tener una perspectiva global y tener en cuenta a la población joven. Asimismo, es necesario que se compaginen las medidas urgentes, cortoplacistas, con grandes políticas de Estado, a largo plazo, las grandes olvidadas por todos los gobiernos. La crisis de la juventud española no tiene su origen en el covid, este ha sido un agravante. Por lo tanto, las políticas de recuperación tampoco pueden centrarse en el covid, sino en reformas estructurales que apuesten por un empleo digno para la generación más formada y más castigada.

Por ello, no es de extrañar que el interés político de los jóvenes españoles sea bastante bajo en comparación con el resto de las cohortes generacionales. Sienten que el sistema no les ofrece nada y que sus problemas no cuentan. Esto es realmente alarmante, ya que es precisamente en las manos de estos jóvenes donde está el futuro de nuestra sociedad. Pero, antes, deben sentirse respaldados por políticas sociales que recojan sus necesidades.