El 28 de abril, Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, USO reivindica una evaluación de riesgos adaptada a las variables de sexo y edad

Este 28 de abril, Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, USO se centra en destacar que, en función de variables como el género o la edad, los trabajadores, ante el mismo riesgo, sufren diferentes consecuencias. Por eso, hemos elegido precisamente ese lema: “Mismo riesgo, diferentes consecuencias”.

En 2019, USO lanzó la campaña “Sin evaluación, no hay prevención”. Con ella, denunciábamos que las evaluaciones de riesgos son genéricas o de “corta y pega”; evaluaciones que no recogen los riesgos específicos del puesto de trabajo ni las características concretas del trabajador o trabajadora que va a desempeñar dicha actividad. Y, además, evaluaciones que no se actualizan ante los cambios en las condiciones laborales ni por los daños que se producen en la salud.

Una prevención de riesgos laborales “de papel” tiene como única finalidad evitar sanciones. Pero conlleva un efecto bola de nieve que afecta a toda la acción preventiva. Porque si la evaluación de riesgos no es específica y no está actualizada, es imposible evitar los riesgos, realizar una planificación de la acción preventiva, prevenir accidentes de trabajo, dolencias derivadas del trabajo, enfermedades profesionales, actuar en caso de riesgo durante el embarazo, etc. Es decir, la evaluación es la clave para una acción preventiva eficaz y para desarrollar nuestro trabajo en un entorno seguro y saludable.

Por desgracia, la situación no ha mejorado en los últimos cinco años. Por ello, en USO hemos centrado nuestra campaña en la importancia de la perspectiva de género y edad en la PRL, porque “Mismo riesgo, diferentes consecuencias”.

La edad y el género, los riesgos afectan diferente

Desde USO, consideramos que tanto la edad como el género constituyen factores lo suficientemente diferenciadores como para tenerlos en cuenta e integrarlos a lo largo de toda la acción preventiva de la empresa.

Es una realidad que existen riesgos que afectan de forma diferente a hombres y mujeres, más allá de las que se pueden presentar en las situaciones de embarazo y lactancia. Y es igual de cierto que los riesgos pueden tener distintas consecuencias en relación con la edad de la persona trabajadora expuesta.

Sin embargo, ni un factor ni el otro están regulados. El único avance en este sentido es el que avanza la Estrategia de Seguridad y Salud en el Trabajo 2023-2027. Según esta, el Gobierno prevé poner en marcha uno de los objetivos contemplados: la integración de la perspectiva de género en la prevención de riesgos laborales (PRL).

Planificar la diversidad

La igualdad pasa por garantizar un idéntico nivel de protección a hombres y mujeres. Estos, pueden verse afectados de forma muy diferente ante un mismo riesgo. Por ello, la variable “sexo” debe ser incluida en la planificación de la prevención de forma sistemática. Y lo mismo en cada una de las actividades preventivas, para ajustar las medidas de seguridad y salud a la realidad de los riesgos.

Debido a que la normativa aún no regula ambas perspectivas, reivindicamos el papel de los delegados y delegadas de prevención, para que la prevención en los centros de trabajo se haga a medida de los trabajadores y trabajadoras. Pero también en función de la edad de los diferentes miembros de cada plantilla y los puestos que ocupan.

Diferentes datos de siniestralidad laboral según la edad

Las estadísticas de siniestralidad revelan que los trabajadores de 35 a 54 años son los que más sufren accidentes de trabajo leves. En general, como consecuencia del exceso de confianza en las tareas a realizar.

Los trabajadores más jóvenes (16 a 34 años), por su parte, los sufren por desconocimiento de las tareas y falta de experiencia. Debido a ello, pueden no ser conscientes de los riesgos presentes en el entorno laboral asociados a determinadas tareas.

Los trabajadores de más edad, a nivel fisiológico, presentan más desgaste que los trabajadores jóvenes. Esta diferencia provoca que la respuesta del cuerpo a idénticas condiciones no sea igual: un trabajador joven tiene más fuerza física que uno veterano y puede soportar la misma carga con menos esfuerzo.

Los trabajadores de mayor edad pueden presentar disminución de agudeza visual, auditiva o pérdida de reflejos. Todo esto los hace más vulnerables a los riesgos en las tareas que requieran de estas aptitudes.

Algunos datos sobre los diferentes efectos en la salud laboral por género

Es tan evidente la diferente afectación por sexos, que aquí podemos ver algunas estadísticas donde clarísimamente hay una diferencia en las consecuencias sobre las salud de unos y otros:

  • Los hombres sufren más accidentes de trabajo y lesiones que las mujeres, al ocupar de manera mayoritaria los sectores con mayor índice de siniestralidad.
  • Las mujeres sufren más enfermedades profesionales que los hombres. Además, enfermedades profesionales infradeclaradas; ya que, al no figurar en el cuadro de EP, se consideran contingencia común.
  • Las mujeres no cuentan con el mismo nivel de protección que los hombres en cuanto a EPI: no están diseñados para el cuerpo de la mujer o no existen tallas. Por lo general, la mujer necesita elementos de menor talla que los hombres; y, en muchas ocasiones, las empresas no cuentan con estas tallas.
  • Las mujeres pasan por las situaciones de embarazo y lactancia, lo que supone un riesgo añadido que los hombres no tienen.
  • Las mujeres tienen más probabilidades de padecer problemas de salud relacionados con el trabajo que los hombres. El análisis de los riesgos se realiza con mirada “masculina”, sin tener en cuenta la presencia de las mujeres y si los riesgos pueden tener consecuencias diferentes.
  • Las mujeres están más expuestas a la intimidación y el acoso sexual en el trabajo.
  • Las mujeres ocupan de forma mayoritaria los empleos a tiempo parcial. En muchas empresas, los trabajadores a tiempo parcial son trabajadores de “segunda”, incluida en esta consideración la gestión de la prevención, siendo este colectivo “descuidado” a la hora de integrar la prevención en la empresa.
  • Al existir diferencias biológicas en cuanto a la función reproductiva, existen productos o compuestos químicos que afectan solo a hombres, solo a mujeres o a ambos.
  • Las mujeres, al tener la doble presencia (ámbito laboral y ámbito doméstico), tienen mayor riesgo de sufrir estrés.