En la Semana Europea de Lucha contra la Pobreza Energética, USO demanda medidas para hacer frente al aumento del precio de la energía y avanzar hacia un mercado energético justo

Hasta el 22 de febrero se celebra la Semana Europea contra la Pobreza Energética, que conmemora la tercera y última de las extraordinarias olas de frío que asolaron Europa en febrero de 1956. Durante ese mes en Europa se vivieron heladas excepcionales y un frío intenso, marcando el invierno más duro que se vivió en Europa y en España desde que se tienen registros.

Las olas de frío provocan que las personas más vulnerables, que generalmente habitan en las viviendas con peores condiciones y con baja eficiencia energética, sufran las peores consecuencias. Estas personas ven afectada gravemente su salud, empeorando las enfermedades cardiorrespiratorias y las enfermedades crónicas; así como padeciendo, en mayor medida, otras enfermedades como gripes y resfriados -e incluso la muerte prematura- y problemas de salud mental como la depresión.

En este sentido USO demanda medidas para hacer frente al aumento del precio de la energía y avanzar hacia un mercado energético justo. Además recalcamos la necesidad de abordar la transición energética, apostando por energías renovables accesibles para todos los hogares.

¿Qué es la pobreza energética?

La pobreza energética se resume en la incapacidad de un hogar de satisfacer una cantidad mínima de servicios de la energía para sus necesidades básicas, como mantener la vivienda en unas condiciones de climatización adecuadas para la salud (según criterios de la OMS, de 18 a 21ºC en invierno y 25ºC, en verano).

Esta incapacidad puede estar dada por los nulos o escasos ingresos, o al destinar por obligación una parte excesiva de los ingresos a pagar la factura energética de la vivienda. A esto hay que añadir la mala calidad de la edificación, un aspecto que para la población vulnerable supone una barrera añadida pues suelen vivir en régimen de alquiler sin acceso a medidas de rehabilitación.

El mapa de la pobreza energética

Según cifras publicadas por Eurostat, cerca de un 8% de la población europea (casi 36 millones de personas) no pueden permitirse mantener sus hogares lo suficientemente calientes. El mapa de la pobreza energética muestra una región dividida en la que coexisten dos realidades muy diferentes: de un lado los países del sur y del este, donde la incidencia de este problema es especialmente alta. Por otro lado, los Estados del norte y del centro donde el porcentaje de personas que no pueden mantener una temperatura adecuada raramente supera la media comunitaria del 8%.

De forma desagregada, Bulgaria es el país cuya población tiene mayores problemas para calentar sus hogares (27,5%), seguido de Lituania (23,1%); Chipre (20,9%); Portugal (17,5%) y Grecia (16,7%). En España el porcentaje es del 11% de los hogares que no pueden calentar su vivienda en invierno.

Por una energía justa y limpia

Para hacer frente a esta situación, la Comisión Europea ha propuesto crear un fondo contra la pobreza energética dotado de unos 72.200 millones de euros. A él podrán recurrir los países para dar asistencia a los hogares más vulnerables en la transición ecológica. España recibiría, en caso de aprobación por el Parlamento Europeo, cerca de 7.600 millones en el periodo 2025-2032.

Sin embargo, este tipo de medidas deben ir acompañadas en nuestro país por la necesidad de reformar el sistema de fijación de precios que no tiene en cuenta el coste real de generación que ha llevado a multiplicar el gasto energético de los hogares por las tensiones geopolíticas en torno al gas y a otros combustibles. El Tratado de la Carta de la Energía supone un gran obstáculo para lanzar iniciativas que permitan bajar el precio, ya que una modificación del actual modelo energético podría conllevar demandas millonarias contra el Estado.

USO aboga por la generación de medidas para limitar el aumento del precio de la energía, garantizando el acceso universal a este suministro básico. Asimismo, y en el contexto de la crisis medioambiental en la que nos hallamos inmersos, es necesario apostar de forma decidida por el autoconsumo y por el abastecimiento de energía a través de fuentes renovables.