USO reclama políticas efectivas contra la violencia de género frente a los fallos en las pulseras antimaltrato y las más de 99.000 denuncias presentadas en 2025
La violencia de género no es un mito, existe y se traduce en asesinatos, orfandad y respuestas insuficientes. La violencia contra las mujeres sigue teniendo efectos desastrosos. Es una pandemia silenciosa que atenta contra los derechos y la vida de las mujeres.
Es silenciosa porque se ha instalado en nuestras vidas casi imperceptiblemente. Las costumbres, las dinámicas colectivas, familiares y, en general, todas las relaciones sociales, incorporan dinámicas patriarcales que sostienen un sistema de desigualdad que atenta contra los derechos de las mujeres y las pone en una situación de desventaja y vulnerabilidad frente a los hombres.
Estas situaciones de asimetría y vulnerabilidad pasan en muchas ocasiones inadvertidas. Se consideran normales o, bien, ni siquiera nos paramos a pensar en su trasfondo, ya que el peso de la tradición y la creencia de que las cosas siempre han sido así y no hay por qué cambiarlas. Por otra parte, encontramos discursos y posiciones ideológicas y políticas que abiertamente niegan las desigualdades entre mujeres y hombres y así como la violencia que sufren las mujeres por el simple hecho de serlo.
No hemos alcanzado la igualdad y la violencia contra las mujeres es real
En este contexto y en el momento histórico en el que nos encontramos, es esencial que la población no caiga en el falso espejismo de que hemos alcanzado la igualdad y de que la violencia contra las mujeres es un mito. Ahora más que nunca tenemos que luchar por mantener las políticas de igualdad y combatir la violencia de género. No debemos dar ni un paso atrás, ni permanecer indiferentes ante la negación de la violencia de género.
La violencia de género son vidas arrebatadas y proyectos de vida truncados o trastornados por agresores que consideran que las mujeres son objetos de su propiedad, disponiendo incluso de sus vidas. En USO lo decimos alto y claro: la violencia contra las mujeres existe y se encuentra más cerca de lo que imaginamos.
De acuerdo con los datos de la Delegación de Gobierno contra la violencia de género en 2025, 38 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas y 1.333 desde que se empezaron a recabar datos (2003). De las 38 mujeres asesinadas en este año, el 63,2%, es decir, 24 víctimas eran de origen español y 14 habían nacido en otro país, representando el 36,8% del total.
También en 2025, 3 niños, niñas y adolescentes han sido asesinados en casos de violencia de género. Dos de ellos eran hijos/hijas del agresor. Desde 2013, 65 vidas de personas menores de edad fueron arrebatadas en casos de violencia de género contra su madre. La violencia de género, además, ha dejado en situación de orfandad a 20 menores de edad en 2025 y a 4.899, desde 2013.
La situación es especialmente preocupante en Andalucía, comunidad que concentra el 28,9% de los asesinatos en este año (11). Le siguen Asturias, Cataluña, Extremadura y Madrid, con 3 asesinatos en cada una de ellas. En contraste, en Cantabria, Ceuta y Melilla, no han registrado ningún asesinato de mujeres clasificado como violencia de género.
Más de 99.000 denuncias por violencia de género en el primer semestre de 2025
Frente a discursos que niegan la violencia o que la minimizan, podemos también citar el número de denuncias que existen por violencia de género en 2025. De enero a junio, se alcanzaron las 99.762 denuncias y 19.991 órdenes de protección. Además, en el 016 se han atendido 80.994 llamadas de enero a septiembre. Todos y cada uno de estos datos significan mujeres y familias que sufren los estragos de la violencia de género.
Ante este panorama, la indiferencia y la negación de la violencia no pueden ser la respuesta. No aceptamos una respuesta pasiva tampoco por parte de las autoridades, necesitamos respuestas integrales e inmediatas que garanticen la seguridad de las mujeres. En los últimos meses se han experimentado fallos en las pulseras antimaltrato, lo cual resulta inaceptable y debería ser un eje de acción prioritario en las actuaciones institucionales.
Las respuestas que hasta ahora hemos tenido frente a la violencia contra las mujeres resultan insuficientes. Necesitamos más y mejores políticas públicas, que pongan en el centro la seguridad de las víctimas y no se dediquen a contabilizar asesinatos, sino a proteger realmente a las mujeres, sus hijos, hijas y personas dependientes. Además la prevención resulta fundamental, ahora más que nunca en un mundo polarizado, debemos luchar por eliminar bulos y desinformación. Bajar la guardia significará perder más vidas y permitir que la violencia contra las mujeres se perpetúe.
Desde USO en este 25N exigimos proactividad y soluciones adecuadas a la magnitud del problema. La violencia contra las mujeres no es un ruido de fondo, es un problema estructural. Si te molesta escucharla, imagina sufrirla.
























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