“Es todo política”, lamenta uno de los afiliados y delegados de la USO en la AP-4, que une Cádiz con Sevilla y por la que, desde hoy, ya no hay que pagar para transitar por el tramo, hasta ayer de cobro, entre Jerez y Sevilla. El compañero, que prefiere no decir su nombre ante las incertidumbres laborales que se le abren, tiene 49 años, y casi 30 de servicio para Dragados primero y para Aumar, filial de Abertis, después. No ha conocido otro trabajo, y tendrá dificultades para encontrarlo: “yo era de los de cabinas, cobrador de peaje. Por antigüedad, me ofrecieron una recolocación en mantenimiento, pero mis problemas de espalda, pendiente de una operación, no me permitían desempeñar esas tareas”.

Desde hoy, 136 trabajadores fijos ligados a los tramos de peaje de la AP-7 y la AP-4 liberalizados engrosan las listas del paro. Pero, además, el delegado de USO señala que ese pequeño tramo andaluz daba empleo temporal a “entre 50 y 60 personas, porque aquí hay muchos picos en verano, en fiestas y con las motos de Jerez”.

En su caso, “no me quejo de la empresa, aunque quizá debería haber sido más ambiciosa en la negociación del modelo, sino de eso, del modelo, que siempre se rompe por el lado más débil, el de los trabajadores. Hemos mantenido reuniones con delegados del Gobierno y cargos del Ministerio de Fomento y no atendían a razones de operatividad, sino de política, como nos respondían cuando no tenían nada que responder. Esta carretera no está preparada para el tráfico que soportará sin el coste. Ha habido varias propuestas, como era mantener la concesión afrontando la empresa la construcción del tercer carril o el desdoblamiento de la nacional, algo con lo que ganábamos todos, porque pagaríamos por ver crecer nuestras infraestructuras; se mantendría este trabajo y se generaría el de la construcción, pero no han escuchado a los trabajadores, solo a hacer electoralismo”.

La Federación de Servicios de USO, ante el fin inminente de las concesiones, trató de buscar soluciones muchos meses antes de que se levantaran las barreras; sin embargo, la falta de voluntad política derivó en unos pliegos de urgencia para el mantenimiento de esos tramos y un ERE negociado en el último minuto.