Desde el año 2000, la Comisión Europea declaró el 22 de septiembre el Día sin coches, haciendo un llamamiento a la población, a los trabajadores y empresas, para lograr una movilidad sostenible.

El lema “un día sin coches” ha sido un semáforo en rojo a la dinámica de que nuestras ciudades y modos de transporte estuvieran monopolizados y colapsados por el automóvil contaminante.

En el Día sin coches, desde USO seguimos reclamando una movilidad sostenible y segura, con un buen transporte colectivo y que exista una planificación urbana sin segregacionismos. También que se propicie una logística productiva y distribución que conjugue esas variables y los modos de transporte, para el mejor beneficio común. La anunciada Ley de Movilidad Sostenible y financiación del transporte deberá responder a todos estos retos.

Avances insuficientes

Afortunadamente, los planteamientos urbanos han ido corrigiendo, en parte, esa dinámica. Las zonas peatonales y los carriles bici y otros modos de transporte no contaminantes están bien vistos por la ciudadanía y los poderes públicos. También, las tecnologías del automóvil han evolucionado y han logrado hacer más eficientes los motores con combustibles fósiles y crear otros nuevos con energía eléctrica e hídricos. Las empresas tienen que responder a estas nuevas demandas y saber adaptarse a estos cambios.

De todas formas, lo desarrollado es insuficiente. En dos planos, la accidentabilidad del transporte, que tiene muchas causas, y el logro de ciudades amables.

A pesar de la extensión, y parece que impulso, del teletrabajo y la reducción del tráfico como consecuencia de la pandemia , la curva de accidentes in itinere no se ha reducido. En los seis primeros meses de 2020, se produjeron 61 accidentes mortales y 26.169 siniestros provocados en la ida o vuelta del trabajo de asalariados (sólo 36,6 %). Los accidentes de trabajadores autónomos han sido 784 (sólo ha disminuido 25,4%).