USO ha participado en un encuentro sobre la digitalización de la sanidad pública, en el que se analiza si es el momento para acometer el proceso

Al igual que ha ocurrido con la implantación del teletrabajo, se ha abierto un debate sobre si es el momento para acometer el proceso de digitalización de la sanidad pública. En USO os exponemos las conclusiones del encuentro “Digitalización, presente y futuro de la Salud” al que hemos asistido.

Los expertos definen la Salud Digital como la transformación del modelo de la atención médica a través del big data y la inteligencia artificial con el objetivo de mejorar el desempeño y la relación con los pacientes.

El Sistema Nacional de Salud recibe cada año cerca de 400 millones de consultas, 83 millones de hospitalizaciones y 24 millones de urgencias además de las pruebas diagnósticas de cada caso. Estas interrelaciones generan datos sensibles que deben ser almacenados y anonimizados.

El futuro de la atención sanitaria

De los Fondos para la Recuperación, un tercio será destinado para la digitalización de la sanidad. Los dirigentes entienden que es un momento propicio para la transformación dado que la tecnología ya está desarrollada. Para esto, creen, que se debe implicar y capacitar al personal sanitario sobre su uso. De igual forma, estos datos deben generar conocimiento para detectar nuevas prioridades.

La crisis por la pandemia ha acelerado esta transformación al tener que coordinarse las comunidades autónomas con el Ministerio de Sanidad para el tratamiento de los datos y elaboración de las estrategias frente al covid-19.

Actualmente se ha avanzado mucho en la digitalización puesto que ya se han implantado sistemas de cita previa telemáticos o de receta electrónica, fortaleciendo la atención primaria. En el mismo sentido, la creación de una historia clínica única para el sistema público y privado podrá generar un uso más eficiente de la tecnología.

Si bien se sigue dando una desigualdad entre los recursos humanos y los asistenciales por la distribución de los mismos. Si se dotara a la atención primaria con más recursos humanos, el tiempo de atención global se vería acortado. Antes de dirigir fondos a digitalizar, se requiere un diagnóstico pormenorizado de este hecho, a todos los niveles jerárquicos.

Durante la pandemia, se han utilizado las consultas médicas telefónicas por motivos sanitarios pero, como ha pasado con el teletrabajo forzoso, las personas han tenido que utilizar sus propios medios como el teléfono o el correo electrónico. Este hecho podría tener consecuencias éticas y legales al no estar encriptados los datos que se manejan, que son sensibles. La telemedicina debe ser prestada con misma seguridad para todas partes implicadas y se debe vigilar que no sea generadora de una mayor brecha digital.

Se ha desarrollado una herramienta digital, el Observatorio de Salud, donde se ordenan los datos, cruzando los de salud y los socioeconómicos, para conocer donde se encuentran las debilidades del sistema comparado con el europeo. Se debe actuar sobre la organización y la planificación del sistema puesto que ya se hablaba de la telemedicina hace 32 años en los foros de sanidad.

Por otro lado, existe un cierto miedo a la deshumanización en la atención al paciente si bien si se potencia el uso de las TICS se pueden adaptar a la vida y necesidades específicas de las personas que requieren tratamiento de por vida.

Desde USO entendemos que si la digitalización de la sanidad utiliza de forma equilibrada los recursos humanos y asistenciales, e integradora, sin generar mayores desigualdades por edad, discapacidad o lugar de residencia, y se tratan los datos con todas las garantías, la sociedad interiorizará la utilización de todas estas herramientas de forma natural y, finalmente, demandará una implantación más rápida y eficaz.