Sara García, secretaria de Acción Sindical y Salud Laboral, fue la encargada de impartir la ponencia sobre economía colaborativa en el marco del Seminario EZA, organizado por USO. El término economía colaborativa aparece recogido como tal por primera vez en 2007 y se universalizó a partir de la obra de Rachel Botsman “Lo mío es tuyo. El auge de la economía colaborativa”, en 2010.

Como explicó García, para entender este fenómeno es importante contextualizar y recordar que esta forma de consumo coincide con los peores años de la crisis económica y con un momento de gran actividad de movimientos sociales, ya establecidos y de nueva creación como el 15M, que ante las terribles consecuencias de la crisis plantean un cambio de paradigma en el consumo, la economía y las relaciones entre la ciudadanía.

La economía colaborativa es una evolución de los bancos de tiempo de los noventa y el espíritu de compartir servicios o bienes. En esos años de crisis y de cuestionamiento del sistema que provocó la crisis, se establecen formas de consumo y emprendimiento que se cree pueden ser más eficaces, sostenibles y equitativas.

Las plataformas digitales establecen un marco donde los usuarios pueden interactuar entre ellos y con la misma plataforma. Dependiendo de la situación, los usuarios seleccionan el rol que desean en cada momento, o varios roles simultáneamente. Por ejemplo, si se tiene algún bien (ropa, mobiliario, etc.) que ya no se necesite o use, se puede poner a la venta a un precio reducido y otro usuario puede comprarlo dándole una segunda vida y ahorrando un coste, o si se viaja solo en el coche a través de una app se puede coordinar con otros para viajar juntos, etc. Es un sistema abierto y dinámico., en el que normalmente, existe un sistema de evaluación entre usuarios, mediante el cual, adquieren una reputación, y con ella, la confianza necesaria para seguir llevando a cabo la actividad que deseen.

Ante el auge de este sistema, bendecido por diversas publicaciones internacionales, agentes económicos y el propio Comité Económico y Social Europeo, y el volumen de negocio posible, nos encontramos en los últimos años a empresas que están aprovechando el sistema y el término de economía colaborativa, para lucrarse de forma irregular.

Estas empresas, como UBER, Deliveroo y otras tantas, han establecido un cambio de modelo de negocio basado en la falta de estructura y cargas sociales. La estructura, medios, costes en cotizaciones y presión impositiva lo aportan los trabajadores y usuarios. No generan empleo y si lo hacen es precario o con figuras irregulares como el falso autónomo.

Ante esta situación y su total falta de regulación, nos encontramos las primeras sentencias que plantean y condenan a estas empresas a regularizar sus plantillas y hacer cargo de las cotizaciones sociales, el caso de Deliveroo, o a tener que operar como compañía de transporte en lugar de servicio de la sociedad de la información como ha sentenciado el Tribunal de Justicia Europea. Por otro lado, las ciudades afectadas por estas situaciones, efecto Airbnb, conflicto taxi/VTC, etc., se ven con las manos atadas ya que no tienen competencias para regular estas situaciones.

Desde USO exigimos ante los Gobiernos estatal y autonómicos que se regule el funcionamiento de estas nuevas estructuras de trabajo digitalizadas.