USO analiza los riesgos laborales que pueden producirse por la introducción de nuevas tecnologías en el proceso productivo del sector industrial

La aparición de nuevas tecnologías como la robótica, la analítica, la inteligencia artificial, las tecnologías cognitivas, la nanotecnología y el internet de las cosas en la Industria 4.0 puede traer consigo la aparición de nuevos riesgos laborales.

Las organizaciones deben identificar las tecnologías que mejor satisfacen sus necesidades para invertir en ellas, en nuestro país nos encontramos en un momento de transición en el que hay empresas y organizaciones que son plenamente Industria 4.0 y otras que por, desgracia, mantienen dinámicas y estructuras del siglo XX.

Estos cambios conllevan alteraciones en los riesgos laborales ante los nuevos escenarios donde se van a desarrollar o se están desarrollando las nuevas relaciones laborales, teniendo en cuenta que la tecnología en sí misma no implica efectos positivos o negativos. Es la forma en la que se utiliza la que determina unos resultados beneficiosos o perjudiciales.

Riesgos psicosociales

En concreto, podemos prever que los riesgos psicosociales se verán alterados por:

  • Cambios en el tiempo de trabajo (jornada, ritmos, horario, pausas, etc.)
  • Modificaciones físicas del centro de trabajo, que pueden incluso llegar a desaparecer a través del teletrabajo o trabajo remoto; el uso de espacios de coworking o el trabajo nómada, en el que las personas viajan durante la mayor parte de su jornada, no están asignadas a ningún centro de trabajo fijo y gestionan y mantienen sus propios equipos de trabajo.
  • Alteraciones en las relaciones personales en el entorno empresarial.
  • La falta de planificación, al incorporar nuevos dispositivos (equipos, tecnologías habilitadoras, etc.), ya que genera conflictos a nivel organizativo. Es imprescindible conocer cuáles van a ser las tareas afectadas por las tecnologías y cómo va a influir su redistribución, el impacto del uso en la persona y en el equipo, la gestión de los riesgos, la incorporación de nueva legislación, etc.
  • La presencia y los cambios que conlleva dicha implantación pueden generar un fuerte rechazo inicial por parte del personal, especialmente en la población de más edad o menos formada en tecnologías digitales. Es decir, aparecen incertidumbres por la sensación de no ser capaces de controlar los nuevos escenarios o incluso verse sustituidos por la tecnología.
  • Al incrementarse el número y la variedad de datos a analizar se generan altas expectativas de retroalimentación por parte de la empresa. En estos casos, la persona trabajadora puede sentirse inundada al manejar un gran volumen de datos.
  • En las tareas monótonas que no precisan de esfuerzo mental o, al revés, requieren de atención elevadas durante mucho tiempo, la carga mental se agrava apareciendo entonces fatiga mental.
  • Con respecto a la supervisión del trabajo, la persona puede verse vigilada y controlada por la máquina con la que trabaja, y la empresa caer en esa dinámica de trabajo, no siendo este el estilo de liderazgo más beneficioso tanto para la persona como para la empresa.
  • Los sistemas de conexión remota conducen, en ocasiones, a la monitorización de la persona en lugar de monitorizar la calidad de trabajo realizado, provocando potenciales situaciones de presentismo.
  • La sustitución de personas por una tecnología reduce el contacto con el resto del equipo y con sus supervisores, incrementando el aislamiento social y la sensación de falta de apoyo.
  • Puede conducir a un sentimiento de inseguridad laboral, de ansiedad por la supervivencia del empleo actual o de vulnerabilidad por la proliferación de contratos parciales o precarios.
  • Decrece la implicación, el compromiso, el rendimiento y se dificultan las relaciones sanas, basadas en la mutua confianza dentro del ámbito de la empresa.

Riesgos ergonómicos

Entre estos riesgos laborales que pueden surgir por la implantación de nuevas tecnologías, se debe dar importancia a los riesgos ergonómicos, ya que dada su elevada siniestralidad provocan los trastornos músculoesqueléticos (TME), pudiendo verse agravados por:

  • Posturas y movimientos inadecuados por no adaptar el puesto de trabajo al incorporar la nueva tecnología con la que se va a interaccionar (robots, cobots, etc.).
  • Sometimiento al ritmo de trabajo marcado por la tecnología. La persona puede verse sometida al ritmo de trabajo marcado por la tecnología con posibles efectos dañinos por repetitividad de movimientos o adopción de malas posturas.
  • Tareas repetitivas y residuales. La automatización creciente no afecta a todas las tareas. Esto puede acentuar ciertos riesgos debido a la intensificación de tareas muy repetitivas (como la continua asistencia a la maquinaria) o las residuales difíciles de automatizar (como habilidades y destrezas prácticamente artesanales o búsqueda de fallos). De esta manera, disminuye la posibilidad de rotación de puestos, aumenta el riesgo de padecer trastornos músculoesqueléticos o incluso resultan tareas más peligrosas.
  • Uso inadecuado de tecnologías de asistencia física. Los exoesqueletos, por ejemplo, pueden provocar un sentido de invulnerabilidad o falsa confianza, y su uso excesivo puede generar daños físicos como pérdida de densidad muscular u ósea o flexibilidad de la articulación.
  • Sedentarismo o posturas estáticas. La automatización permite realizar procesos de control y mantenimiento en remoto por lo que, las personas que ocupen los nuevos puestos serán, previsiblemente, menos activas físicamente, propiciando sedentarismo o posturas estáticas mantenidas y con menor variación. Esta situación aumenta del riesgo de TME, obesidad, enfermedades cardiovasculares y ansiedad.
  • Posturas inadecuadas. El uso intensivo de dispositivos manuales (smartphones, tablets, consolas, etc.) cuando se trabaja en entornos inadecuados o fuera de puestos de trabajo, puede causar daños en espalda, cuello y brazos, ya sea por el peso o una postura inadecuada mantenida.
  • Incremento de la exigencia visual debido a las nuevas estrategias de control de calidad del trabajo. Esto supone un aumento de la carga perceptiva, en intensidad y duración, lo que puede producir fatiga visual.
  • Percepción demasiado “real” de una situación irreal provocada por los dispositivos de realidad virtual o aumentada lo que puede causar mareo, pérdida de conciencia, distracción o desorientación, golpes caídas, etc. Para evitarla se debe diseñar un entorno real de trabajo seguro.

Riesgos laborales higiénicos

En la relación con los riesgos higiénicos, se debe prestar mayor atención por la exposición a:

  • Sustancias peligrosas (polvos, líquidos, filamentos, material orgánico, metal, etc.), que puede aumentar con el uso de tecnologías de fabricación aditiva. Algunas sustancias sintéticas, como el acrilonitrilo butadieno estireno o la poliamida, son tóxicas o generan gases tóxicos al calentarse.
  • Humos o vapores por procesos (soldadura, pulimento, pintura, etc.) vinculada a ciertas tecnologías que mejoran su automatización.
  • Radiaciones que pueden provocar ciertas técnicas de fabricación aditiva, como los rayos láser o ultravioleta utilizados en los cabezales de impresión para el curado de materiales pulverizados.
  • Campos electromagnéticos que pueden aumentar en duración e intensidad por redes tipo WiFi y otras tecnologías con carga móvil sin contacto.
  • Al ruido y vibraciones que pueden aumentar por trabajos cercanos a equipos automatizados o en espacios colaborativos por la acumulación de maquinaria en funcionamiento.

Para evitar o reducir estos efectos, desde USO recomendamos a nuestros delegados de prevención que requieran la realización de una evaluación de riesgos en las fases tempranas de la implantación de la tecnología. De esta forma, el usuario aportará su visión y percibirá que está siendo considerada a pesar de los cambios que la envuelven. En función de los resultados, se pueden diseñar y priorizar estrategias de actuación para limitar la exposición a estos factores de riesgo.