En el Seminario EZA, el politólogo Pablo Simón ha analizado el impacto de la pandemia en el empleo y la sociedad y el aumento de las desigualdades

Pandemia y desigualdades han centrado la primera ponencia del Seminario EZA. Pablo Simón, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III, ha realizado una completa radiografía sobre el impacto de la pandemia en el empleo y las sociedades española y europea y el aumento de las desigualdades.

Los más afectados por la crisis han sido las mujeres, los jóvenes, los desempleados mayores de 50 años y otras personas en situación de vulnerabilidad.

Una crisis con dos caras

Simón tituló esta ponencia como “La maldición del dios Jano”. Decían de este dios que tenía dos caras, así como la crisis del covid-19 puede interpretarse de dos maneras. Por un lado, la pandemia ha acelerado cambios o tendencias que ya se estaban produciendo. Pero por otro, ha supuesto un momento crítico para replantear ciertos aspectos del sistema económico, político y social que no han funcionado.

Durante el coloquio, Pablo Simón ha tratado fundamentalmente cuatro aspectos: la experiencia adquirida sobre las pandemias; el impacto de la pandemia en la educación; el impacto en el empleo y, por último, el impacto de la crisis sanitaria y económica sobre la salud mental.

Pandemia y aumento de las desigualdades

A diferencia de otras pandemias, en las que las consecuencias sociales se repartían de una manera más equilibrada, Simón afirmó que, por primera vez, una pandemia ha hecho acrecentar las desigualdades. Primero, entre países, puesto que los diferentes sistemas políticos y productivos han evolucionado de forma diferente. Pero también a nivel territorial, dentro de los propios países, en los que los desequilibrios son cada vez más evidentes (tenemos el ejemplo del caso español o el francés), y entre las personas.

El principal problema es que la existencia de unos riesgos que son globales no han tenido una respuesta unificada y así mismo global, pues las instituciones no son lo suficientemente fuertes ni tienen la capacidad para hacer frente a una situación de tales características. Tenemos una oportunidad de conseguir que lo sean y de mejorar en ese sentido.

Educación, empleo y salud mental

Acerca del impacto de la pandemia sobre los sistemas educativos, Pablo Simón ha recordado que la pérdida de empleos, las reducciones salariales, y demás circunstancias que han recaído sobre los trabajadores más humildes a raíz de la pandemia, ha afectado inevitablemente a un colectivo especialmente vulnerable en estos momentos: niños, adolescentes y jóvenes. Estos se encuentran en una etapa especialmente complicada y crítica en la que absorben todo. La crisis del covid-19 ha forzado un crecimiento de la brecha económica entre los jóvenes con más recursos y los que ya se encontraban en mayor riesgo de exclusión social.

En el empleo, la pandemia ha reproducido tendencias que suelen producirse en la mayoría de las crisis económicas sobre el empleo, es decir, un aumento de las desigualdades. En este caso, con un matiz: esta crisis ha sido como un “ataque al corazón”, pues ha supuesto la paralización de la actividad repentina en infinidad de sectores productivos. El problema es que los sectores más afectados han sido los que están ocupados mayoritariamente por los trabajadores con un menor poder adquisitivo: servicios, hostelería, etc.

Por último, Simón abordó la realidad de la salud mental. Los grandes afectados en términos de salud mental en esta crisis han sido, sobre todo, los jóvenes y los desempleados. Su incertidumbre o ansiedad sobre la situación que ha traído la pandemia ha sido mayor. Lo contrario ha sucedido con las personas mayores y los trabajadores públicos, cuya cobertura social se encuentra, a priori, más asegurada.

Pablo Simón ha terminado la ponencia recordando las implicaciones sociopolíticas que ha traído este nuevo tiempo: el cambio en los sistemas de cobertura social o en los cambios de modelo productivo, que suponen un cambio en las relaciones geopolíticas. Y ha defendido que tenemos la oportunidad de reforzar las políticas públicas que afectan a los colectivos más vulnerables, así como de repensar y reconstruir las instituciones.