Del 28 al 30 de junio se ha celebrado en Roma el XVIII Congreso Confederal de la Confederazione Italiana Sindacati Lavoratori (CISL), la segunda mayor central sindical italiana con más de cuatro millones de afiliados, buena parte de ellas, pensionistas. El Congreso, convocado bajo el lema “El sindicato del siglo XXI por una sociedad inclusiva – por la persona, por el trabajo”, congregó a 1.000 delegados con derecho a voto, varios cientos de invitados y una amplia delegación internacional, entre la que se encontraba el secretario de Acción Internacional de USO, Javier de Vicente.

El evento fue precedido por una singular audiencia en el Vaticano ofrecida a los congresistas por el Papa Francisco, a la que se sumaron otros muchos militantes de la CISL. Así, unas dos mil personas escucharon un inédito discurso del Papa sobre el sindicalismo, en el que tras reclamar al capitalismo la “economía social de mercado” no faltaron ni reconocimientos, ni advertencias, ni llamamientos a los sindicalistas. Entre los últimos, el de velar por los jóvenes, las mujeres, los inmigrantes; por aquellas personas ubicadas en “la periferia” del mundo del trabajo, en los lugares de los “derechos del todavía no”.

La indicación del Pontífice conectó con el tema de discusión congresual que incorpora el objetivo claro de la CISL de proteger al trabajador más allá de su puesto de trabajo, haciéndolo como sujeto social en la integridad de su vida. No en vano la central italiana tiene constituido el denominado “sistema de servicio CISL” que integra numerosas instituciones de ayuda a los “inscritos”, gracias también al modelo de prestaciones públicas a través de la gestión sindical, como el cobro de las pensiones. Forman parte del sistema CISL, el Instituto Nacional de Asistencia Social (seguros y pensiones), el Centro Autorizado de Asistencia Fiscal (asesoría de impuestos), la Asociación de Defensa del Consumidor y del Ambiente (tutela en consumo y desarrollo sostenible), el Sindicato de Inquilinos de la Casa y el Territorio (asesoría en vivienda), la Asociación Nacional Encima de la Frontera (asesoría en migración e inmigración), el Instituto Sindical de Cooperación al Desarrollo (ong de solidaridad), el centro Innovación y Aprendizaje del Trabajo (instituto de formación), el Centro Nacional de Estudios sindicales, la editorial Edizioni Lavoro, la Asociación del Voluntariado, el fondo de pensiones de trabajadores y dirigentes, y varias fundaciones con fines específicos.

El congreso abordó con intensidad las cuestiones relativas al futuro del trabajo, como la revolución tecnológica, la digitalización, los cambios en la industria y la nueva antropología del trabajo.

En la última jornada los delegados eligieron a los miembros del consejo Confederal y del comité ejecutivo, a cuyo frente quedó confirmada como secretaria general Anna Maria Furlan, dirigente genovesa del sector servicios que ya se había incorporado al mismo puesto, a mitad de mandato, en 2014.