Ampliar el cuadro de enfermedades profesionales es primordial para el reconocimiento del origen laboral de muchas dolencias, entre ellas, las de las camareras de piso

El estudio “Revisión jurisprudencial de las dolencias y patologías que sufren las camareras de piso”, presentado la semana pasada, evidencia la discriminación que sufren las camareras de piso, a través del análisis de 150 sentencias del Supremo y de varios Tribunales Superiores de Justicia autonómicos. En él se constata las dificultades a las que se enfrentan a la hora de que les sean reconocidas como enfermedades profesionales las diversas dolencias y patologías que padecen como consecuencia de su trabajo.

El estudio también pone el foco en la necesidad urgente de modificar el RD 1299/2006, por el que se aprueba el cuadro de enfermedades profesionales. A pesar de haber sido modificado en dos ocasiones desde su publicación, a día de hoy, es incapaz de reflejar la realidad de las patologías de origen laboral. Además, se trata de una norma enfocada al trabajo masculinizado, con un encuadramiento y calificación rigurosa e inflexible que limita la calificación de enfermedades profesionales como tales por no estar reflejadas dentro del cuadro.

Ampliar el cuadro para dar cabida a múltiples dolencias

Por ello, desde USO venimos reclamando desde hace tiempo la modificación de este cuadro de enfermedades profesionales y poner fin a su infradeclaración. En línea con el estudio, consideramos que se debe dar cabida a las múltiples dolencias y patologías padecidas no solo por las camareras de piso, sino por todas las personas trabajadoras que, al no encontrar su enfermedad en el cuadro, se ven abocados a tratar sus enfermedades como enfermedad común. Además, esta negación del origen laboral dificulta la identificación de factores de riesgo y, consecuentemente, la adopción de medidas preventivas. Lo que no se nombra, no existe.

Además de ampliar el cuadro de enfermedades profesionales, su modificación debería incluir la desvinculación rigurosa de profesiones o grupos profesionales determinados a patologías concretas asociadas a esos trabajos o profesiones. Es decir, valorar la enfermedad como exposición a uno o varios riesgos presentes en el entorno laboral independientemente de la profesión que se desempeñe.

De esta manera, se consigue, por un lado, una mejor cobertura y protección de la seguridad y salud de las personas trabajadoras y, por otro, una identificación adecuada de los factores o elementos de riesgo que pueden causar la enfermedad para poder eliminarlos o controlarlos a través de medidas preventivas para que no se llegue a presentar la enfermedad.

En último lugar, otra de las propuestas del estudio, se refiere a una gestión de la prevención con perspectiva de género para poder garantizar la protección de la seguridad y salud laboral a hombres y mujeres por igual. En cuestión de riesgos laborales, ser mujer no debe ser un riesgo más.