En el año 1992, cuatro españoles -un guardia civil de 25 años y tres menores de edad- acabaron con la vida de Lucrecia Pérez e hirieron grave a Porfirio Elías, ambos dominicanos. El motivo, según la confesión de los condenados, “dar un escarmiento a los negros”. Era el primer asesinato racista en España, parte de la opinión pública justificó el crimen, con pintadas en el lugar, con argumentos como defenderse contra la invasión, stop a la inmigración, enviar a los negros fuera. ¿Algo ha cambiado después de 25 años? Queremos pensar que sí.

Los datos sobre delitos de odio contabilizados por el Ministerio de Interior nos indican que los delitos por racismo/xenofobia sumaron en 2016 (últimos datos disponibles) el 33% del total de delitos de odio, seguido por discapacidad (21%) e ideología (20%).

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Desde algunas organizaciones se denuncia que la policía no registra en los atestados la motivación de la agresión, por lo que las cifras seguramente deben ser mucho mayores, dadas las cifras tan dispares en relación a los mismos periodos en Alemania o Inglaterra.

El informe RAXEN especial de 2016 publicado por Movimiento contra la Intolerancia hace el siguiente diagnóstico de la situación:

  • Aumenta la presencia del “discurso de odio” (Hate Speech) en Internet y redes sociales.
  • Siguen produciéndose numerosas agresiones por individuos racistas o grupos neonazis contra inmigrantes, musulmanes, homosexuales y otros ciudadanos señalados por su diversidad.
  • Crecen socialmente los incidentes de xenofobia y de otras manifestaciones de intolerancia.
  • Hay grupos xenófobos en nuestras ciudades que ocupan edificios y usan “el hambre y los alimentos” excluyendo a inmigrantes, además de agitar contra los musulmanes y contra la convivencia democrática.
  • Los fondos ultras de los campos de fútbol continúan siendo un vivero de grupos racistas y neonazis.

La discriminación racial existe en todo el mundo, desde los países más ricos a los más pobres y se acentúa en los momentos actuales de crisis económica, crisis humanitaria y crisis de valores. La diversidad cultural y riqueza de la raza humana debe dejar de dar miedo, debe ser una oportunidad de descubrir talento y de general riqueza.

Desde nuestra labor sindical debemos luchar contra cualquier tipo de discriminación y por supuesto contra la discriminación racial. Seamos un ejemplo para el resto de la sociedad.