En el Día de la Tierra, desde USO reiteramos la importancia de una economía resiliente y neutra en emisiones, al amparo de leyes de cambio climático ambiciosas

Hoy se celebra el Día Internacional de la Tierra, que busca recordarnos a todos la importancia de mantener limpio y libre de gases el planeta: el único medio que tenemos para poder vivir.

USO reivindica en este día la importancia de transformar nuestra economía para hacerla más resiliente y neutra en emisiones. El sindicato apuesta por la creación de leyes ambiciosas para mitigar el cambio climático; adaptando el empleo y generando nuevos puestos de trabajo encaminados hacia un desarrollo sostenible.

Además, es necesario que la UE no forme parte de acuerdos comerciales que actúan en contra de los derechos de los trabajadores y de la Tierra, como es el caso del Acuerdo Mercosur.

Día de la Tierra: repasamos los principales daños al ecosistema

Una economía basada en el despilfarro y el agotamiento de los recursos conlleva una serie de daños de valor incalculable, cuyos efectos apreciamos en nuestro día a día a través de:

  • La deforestación de los bosques para la creación de pastos para el ganado, la industria maderera y la explotación del terreno para la minería. Cada año, desaparecen nueve millones de hectáreas de bosque, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Los continentes más afectados son África y Latinoamérica.
  • Los incendios forestales, ya sean intencionados o no, que producen la destrucción de la biodiversidad de la zona, la desertificación del suelo y reducen la calidad de las aguas. También traen consigo la aparición de gases como el dióxido de carbono (CO2), que perjudican directamente a la atmósfera.
  • La sobreproducción de plástico y el uso excesivo de los combustibles fósiles, como el petróleo y el gas natural, que emiten a la atmósfera una gran cantidad de gases de efecto invernadero, como el CO2. Además, la utilización excesiva de los plásticos y su posterior vertido en los mares, océanos y en la superficie terrestre están provocando la muerte e intoxicación de millones de especies marinas y terrestres. Esto también supone un riesgo para la salud humana: muchos de estos seres vivos que consumimos a diario se alimentan de los microplásticos presentes en el agua.

Pérdida de la biodiversidad y zoonosis

La alteración de los ecosistemas, la caza furtiva y la trata de especies exóticas provocan cada año un aumento del número de animales en peligro de extinción. Actualmente, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), hay alrededor de 5.200 especies que podrían desaparecer si no se producen cambios en las acciones del ser humano, si no se crean políticas que protejan cada especie, y si no se sancionan las prácticas ilegales y perjudiciales para estos seres vivos.

No olvidemos que, detrás del origen de la pandemia por coronavirus, se encuentra la degradación de los ecosistemas donde habitan especies silvestres, y el contacto y la comercialización con estas.

En las últimas décadas, se ha comprobado que epidemias como las del SARS, el HTN9, el H1N1 y otras son enfermedades zoonóticas; es decir, que fueron transmitidas a los humanos a través de otros animales. Todas ellas surgieron en contextos de explotación animal, en los cuales se les mantiene hacinados y en condiciones de insalubridad.

El aumento de este tipo de actividades ha incrementado la probabilidad de que haya brotes de enfermedades infecciosas emergentes. Estas, con la globalización, se propagan con más rapidez por todo el mundo.

Escasez de recursos hídricos y aumento de la sequía

Por otra parte, también se está produciendo una crisis a nivel global, con la escasez y la contaminación del agua dulce. Aproximadamente el 97% del agua del planeta es salada. Se considera que solo el 2.5% del agua restante es dulce, y además está mal repartida geográficamente, por lo que de por sí hay mucha desigualdad en el abastecimiento de recursos, según el territorio de la Tierra.

La contaminación de estas aguas se produce por su uso indiscriminado, por el vertido de componentes tóxicos de las actividades primarias como la ganadería y la agricultura para consumo humano. Según el Banco Mundial: “la agricultura de regadío supone el 20% del total de la superficie cultivada”. La deforestación también es un detonante de la escasez de agua, ya que los ríos y lagos que se encuentran colindantes se secan, lo que a su vez produce la aparición de sedimentos y bacterias que perjudican la calidad de esa agua.

La sobreexplotación de los acuíferos que se produce extrayendo más agua de la que pueden recargar por sí solos podría provocar el hundimiento del terreno sobre el que se asienta el 19 % de la población mundial.

España es uno de los 25 países más expuestos a este riesgo: en Europa, el hundimiento más grande que se produce está situado en Lorca (Murcia), donde la tierra cede 15 centímetros cada año. Este problema aumenta en las épocas de sequía, cuando crece la extracción de agua subterránea.

El ser humano, amenazado por la contaminación

La contaminación del medio ambiente también está afectando directamente a la salud de los humanos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la polución del aire provoca el 25% de las muertes en el mundo por enfermedad cardiaca y otro 24% de los fallecimientos es por ictus.

En España, según la Fundación Española del Corazón (FEC), estos gases están generando problemas bronquiales, cáncer de pulmón, asma, derrames cerebrales, hipertensión, Parkinson, Alzheimer, etc. El 80% de esta contaminación afecta a la salud cardiovascular y provoca infartos, anginas e insuficiencia respiratoria. Según el vicepresidente de la FEC, el doctor José Luis Palma, a la contaminación se deben: 3,3 millones de las muertes por enfermedades cardiorrespiratorias; 2,1 millones por ECV; y 1,1 millones por ictus isquémico y/o hemorrágico.

En este Día de la Tierra no podemos olvidarnos de que los efectos de la sequía, los desastres naturales y la polución provocan las llamadas “migraciones climáticas”, que no refugiados. Estas se producen debido a cambios en el medio ambiente que afectan a sus condiciones de vida. Estos obstáculos los obligan a desplazarse temporal o permanentemente a otras partes del país o zonas del planeta.

Actualmente, según el informe de 2019 del Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC), se han producido 24,9 millones de desplazamientos por los desastres naturales y el cambio climático. La cifra, con toda probabilidad, habrá aumentado debido a la pandemia mundial que estamos viviendo.

En el Día de la Tierra, repaso a la Agenda 2030 para cuidarla

La Agenda 2030, aprobada por la ONU en 2015, encomienda a los estados la creación de políticas públicas enfocadas a generar un desarrollo sostenible en la sociedad. En este Día de la Tierra, recordamos los siete objetivos que se basan en cuidar el planeta:

  • Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible.
  • Gestionar sosteniblemente los bosques y luchar contra la desertificación. Detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad.
  • Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
  • Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.
  • Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
  • Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todas las personas.
  • Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todas las personas.

USO, a través de su participación en diversas plataformas civiles, y junto con otros actores sociales como ONG ambientales, se halla comprometida en la lucha por la preservación de la naturaleza y sus recursos.

A nivel nacional, USO defiende una ley de gestión de residuos y una ley de cambio climático ambiciosas, que se alineen con los objetivos propuestos por la Unión Europea, al tiempo que sean generadoras de nuevos empleos de calidad.