Te resumimos las principales conclusiones del informe de la OIT sobre empleo juvenil, apostando por la inversión en la transformación de ese futuro laboral

El informe “Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2022”: invertir en la transformación de futuros para los jóvenes”, elaborado por la OIT, expone los desafíos que enfrentan las personas jóvenes en el mundo laboral, y que afectan, inevitablemente, a la sociedad en su conjunto.

Desafíos para los jóvenes en el mercado laboral agravados por el covid-19

Según el informe, los jóvenes, ya en desventaja dentro del mundo laboral, se han visto más afectados por la crisis del covid-19. Algunos datos que lo demuestran:

  • la pérdida de empleo durante los años 2019 y 2020 afectó en mayor medida a los jóvenes (15-24 años);
  • en 2020 aumentó el número de jóvenes sin estudios, trabajo ni formación;
  • el desempleo juvenil aumentó en unos 4 millones de personas en 2020;
  • el empleo juvenil mundial se redujo en 34 millones de personas aproximadamente entre 2019 y 2020;
  • en 2020 aumentó la tasa mundial de jóvenes que ni estudian ni trabajan en 1,5 puntos porcentuales, siendo el valor más alto en los últimos 15 años.

La pérdida de empleo joven durante la pandemia se debe, fundamentalmente, a que las empresas que pudieron sobrevivir a la crisis priorizaron la retención de trabajadores antiguos frente a nuevas contrataciones. Los trabajadores que llevan más tiempo se encuentran más protegidos ante la pérdida de empleo, por los costes que supone prescindir de ellos. Además, las políticas laborales de emergencia no llegaron a los jóvenes en la misma intensidad que a los adultos, como pudo verse en España con los ERTE.

Aunque se prevé que aumente la tasa de participación de los jóvenes en el mercado laboral a nivel mundial, y se estime que el desempleo juvenil mundial descienda hasta los 73 millones en 2022, todo apunta a que se recuperará menos de la mitad del déficit mundial de empleo de 2020. Desde USO hemos observado cómo la recuperación del empleo juvenil y de sus condiciones laborales en España va por detrás de la de los adultos, como así pasa también con las mujeres con respecto a los hombres.

Pero los efectos de la crisis van mucho más allá. 282 millones de jóvenes corren el riesgo de quedarse atrás en el mercado de trabajo del futuro. Los jóvenes que hayan perdido su empleo o no consigan uno son especialmente vulnerables al fenómeno de la “cicatrización”. Esto quiere decir que, incluso si la situación económica mejora, se quedarán en desventaja frente a sus compañeros.

Educación

La calidad y cantidad de la educación y formación también se han visto gravemente afectadas por la crisis, aunque no ha repercutido de la misma forma a todas las personas. Ello ha generado grandes desigualdades entre los jóvenes de los diferentes países y entre los jóvenes dentro de cada país.

La capacidad de los países para proporcionar educación a distancia, así como la situación socioeconómica de partida de las familias han sido clave a la hora de dibujar las perspectivas laborales futuras de los jóvenes, dejando atrás sobre todo a mujeres jóvenes y niñas.

Economías verdes y azules, claves en el proceso de recuperación

La OIT recomienda que los países sean críticos en la fase de recuperación, es decir, que revisen sus estructuras económicas y adopten enfoques transformadores. Además, sugiere que un escenario en el que se combinen la economía verde, la economía digital y la del cuidado de forma adecuada, haría crecer notablemente la economía y los puestos de trabajo, haciéndolos accesibles también, y especialmente, a las personas jóvenes.

Concretamente, desde la OIT estiman que este modelo combinado haría crecer el PIB mundial en un 4,3 % y que se crearían 139 millones de puestos de trabajo adicionales. El empleo juvenil pasaría de 697 millones en 2022 a 751 millones en 2030 en dicho escenario. Y esto solo serían los efectos en términos de empleo directo.

En el documento se destaca el potencial de los jóvenes para liderar y beneficiarse de las economías verdes y azules que permitirán el desarrollo sostenible, la creación de empleo y la reducción de la pobreza. Particularmente, de las inversiones destinadas a alcanzar cero emisiones de carbono para 2050, para bajar la temperatura del planeta por encima de los niveles preindustriales: inversión en energías limpias y renovables, reciclaje, construcción, agricultura sostenible y gestión de residuos.

En este sentido, la OIT señala que este modelo basado en dichas economías podría crear 8,4 millones de empleos para los jóvenes de aquí a 2030.

No obstante, desde la organización alertan de que dicho crecimiento podría generar pérdidas en ciertos países, sectores y grupos de trabajadores, por lo que habrá que actuar para garantizar una transición justa para todos. Las inversiones en infraestructuras de energías renovables, por ejemplo, benefician a sectores tradicionalmente masculinizados. Las políticas de empleo, especialmente las del empleo juvenil, deberán ser más activas que nunca, para afrontar los nuevos retos que surjan en el ámbito formativo y en la transformación del mercado laboral.

Oportunidades en la economía digital

Además de las economías verdes y azules, la economía digital es presentada en el informe como una potencial fuente de empleo juvenil.

La economía digital plantea dificultades en el trabajo de plataformas por su gran inestabilidad e incertidumbre. Estos empleos pueden llegar a ser muy atractivos para los jóvenes, por lo que las organizaciones sociales, entre ellos los sindicatos, tendrán que estar al pie del cañón. Por ello, desde USO creemos en la necesidad de implementar estrategias de desarrollo de empleo digital de calidad, como sugiere el informe.

Pero el empleo digital abre la puerta a infinidad de actividades que se apoyan en ese tipo de tecnologías. Los puestos de trabajo derivados del crecimiento de la economía digital pueden ser de mayor calidad e invertir en ellos es una garantía de rentabilidad. También es necesario atender a los retos que plantea, ya que podrían producirse grandes desigualdades por las disparidades iniciales en el ámbito educativo, y en el desigual grado de acceso al empleo digital. La buena noticia es que se ha demostrado la rentabilidad de la inversión en el acceso universal a la digitalización.

Economía del cuidado y economía naranja, también centrales

La economía del cuidado podría generar empleo para una gran cantidad de personas jóvenes. La OIT estima que podrían crearse 17, 9 millones de nuevos puestos de trabajo relacionados directa o indirectamente con el cuidado de aquí a 2030. En este caso, los efectos positivos sobre el empleo juvenil se concentrarían en países de ingreso bajo y, especialmente, en los de ingreso bajo-mediano.

Los principales retos en este ámbito son la creación de empleo de calidad, incluyendo la protección social, la garantía de libertad sindical, salarios decentes o la eliminación del acoso. En España hemos comprobado cómo se ha dejado de apostar por una gran cantidad de jóvenes profesionales, que si bien lo han dado todo durante la pandemia, no se les ha recompensado debidamente.

Con respecto a la economía naranja, ha experimentado un gran crecimiento en todo el mundo. Esta hace referencia a las actividades creativas, culturales y artísticas, y engloban sectores como la arquitectura, las artes visuales y escénicas, la artesanía y los videojuegos. Las industrias de la economía naranja, según el informe, son ahora más necesarias que nunca. Apostar en ellas es garantía de éxito, también para el futuro del empleo joven.

USO reclama no bajar la guardia ante la transformación del empleo juvenil

Podríamos concluir que existe esperanza para los jóvenes en el mercado laboral. Las oportunidades existen, pero estas a su vez plantean importantes retos a nivel global. Por ello, desde USO alertamos de que no debemos bajar la guardia ante las dificultades. La apuesta por nuevas economías debe ir acompañada de una transformación del empleo y, más concretamente, del empleo juvenil.

Las desigualdades entre jóvenes y adultos y entre los propios jóvenes son enormes y se han agudizado. Si no las atendemos de forma urgente, corremos el riesgo de transitar por el camino equivocado.

La crisis nos ha alejado de muchas metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente en lo referente a los objetivos de igualdad de género; trabajo decente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructura; acción por el clima; y vida submarina. No obstante, señala el informe, existe potencial suficiente para revertir esta situación en algunas economías.

Los problemas del desempleo, la inactividad y la precariedad de los jóvenes deben situarse en el centro de las políticas de recuperación económica. Así evitaremos que la crisis del empleo se convierta en una crisis social mucho más grande.