Otro show ha tenido lugar en el Congreso de los Diputados en los últimos días. Discursos refritos y generalistas se han contrapeado con solicitudes de sillones y carteras, un juego de estrategia chapucero que en nada beneficia al conjunto de la sociedad en España. Y otros tres meses perdidos. Suma y sigue.

Una vez más, la falta de altura política de los distintos grupos retrasa la formación de Gobierno y las grandes políticas que urgen en nuestro país. Hablar hoy de los grandes pactos de estado más allá de siglas y colores, suena más a chiste que a un llamamiento a la responsabilidad de las distintas fuerzas. Parece más importante quién hace la política que para qué sirve la política.

Desde USO, fiel a sus principios y valores, como sindicato independiente y plural, y bajo el respeto a todas las opciones políticas, no muestra preferencia hacia corrientes o partidos políticos concretos, pero sí demanda que, de una vez por todas, se apueste por un Plan Estratégico por el Empleo y de Estímulo Económico; un nuevo modelo productivo y de inversión en I+D+i, que potencie políticas industriales integrales y que aborde de forma sostenible y socialmente justa la aparición de nuevas realidades tecnológicas.

Por encima de los nombres, se debería hablar con seriedad de una nueva legislación laboral que abogue por la creación de empleo estable, de calidad y seguro que combata el actual paro, la inestabilidad y la precariedad y que apueste decididamente por la persecución del fraude laboral en todas sus expresiones. Que aborde la modificación de los modelos de contratación, reduciendo al mínimo los actuales, de manera que se simplifique y se vincule el tipo de contrato a la causa que lo genera y erradicando la injustificadas más propensas a la precariedad, junto a un plan específico de empleo digno juvenil y un nuevo modelo de formación para el empleo de calidad y no el esperpento que sufrimos actualmente.

Mucho mejor que artificiales intervenciones, deberían traer el trabajo hecho de la tan necesaria apuesta transversal por la defensa de un sistema público de protección social de carácter universal como modelo garante de igualdad, justicia, derechos individuales y colectivos. Un sistema que garantice una el acceso universal a una educación de calidad sin ningún tipo de exclusiones, junto a una sanidad, universales y gratuitas, servicios sociales efectivos, pensiones decentes y prestaciones sociales solidarias y suficientes, derecho a una vivienda digna.

En vez de volver a generar incertidumbre con posibles fechas de nuevas elecciones, se debería tener ya encima de la mesa un programa de reformas fiscales de amplio calado que iguale el gravamen y las deducciones de todos los contribuyentes, sea cual sea la Comunidad Autónoma donde se resida, y evite la desigualdad en el reparto de las cargas tributarias, que ponga trabas a las empresas ubicadas en paraísos y que grave especialmente a las empresas que no devuelven nada a la sociedad en forma de empleo.

Y por qué no, menos bisisndicalismo institucionalizado y más hablar de una apuesta por una democracia sindical real, con una modificación sustancial de la Ley Orgánica de Libertad Sindical y cambios normativos en materia de elecciones sindicales y del actual modelo del ineficiente mal llamado diálogo social, que no blinde ni dé prebendas al bisindicalismo; que promueva una mayor audiencia; garantice la pluralidad y la transparencia; haciendo que todas las organizaciones sindicales podamos competir en igualdad de condiciones.

Mientras tanto, el desempleo, la precariedad, el incremento de la pobreza y las desigualdades y la inacción en las políticas a largo plazo de las que dependerá el futuro, siguen en funciones también.