La España Vaciada es una tierra de oportunidades contra la precariedad juvenil urbana, pero sigue penalizada por la falta de infraestructuras y telecomunicaciones

354.161 kilómetros cuadrados de nuestro país suponen la España Vaciada. Y en esa superficie, el 70% del total, viven unas 4.745.079 personas. Es el espejo del dato oficial del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, que afirma que el 90% de la población española se “apiña” en el 30% del territorio. El otro 10% puede disfrutar, pero sufre, de un extenso territorio y todos los problemas que conlleva el aislamiento.

Desde el inicio del éxodo rural de los años 60, la situación poblacional en las zonas no urbanas ha ido empeorando con los años. Ha ido dejando pueblos totalmente abandonados, sin recursos o envejecidos. Ese 30% de territorio especialmente poblado lo componen las ciudades, donde hay servicios y posibilidades laborales y educativas.

Con la llegada del covid-19 y el confinamiento estricto, muchos decidieron abandonar su vida urbana y probar suerte en el mundo rural. Este cambio de mentalidad se ha ido notando al alza en los padrones de muchos pueblos, que han acogido a nuevos habitantes hartos de las restricciones, la contaminación y los altos precios de viviendas claustrofóbicas.

La España Vaciada: la oportunidad para la juventud y viceversa

La dificultad para encontrar trabajo entre los menores de 35 años cada vez es mayor. Esto también había provocado en los años previos un desplazamiento demográfico desde los pueblos a las grandes ciudades, como Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza. Las comunidades que más jóvenes perdieron en 2019 por la emigración fueron Andalucía (6.581), muy dependiente del empleo estacional; Castilla y León (3.844); Castilla-La Mancha (2.649) y Extremadura, con 2.596.

En el contexto de la pandemia, que nos ha expulsado de lugares muy poblados y con pocos espacios verdes, muchas familias se plantean empezar una vida en los pueblos de España. Para ello, sin embargo, necesitan contar con servicios básicos que, a veces, no están disponibles, como la dificultad añadida de la escolarización en el mundo rural. En el cuadrante noroeste, el más castigado por el envejecimiento de la población, se han puesto en marcha varios proyectos para atraer habitantes o fomentar la natalidad en las áreas despobladas. Esas zonas de Galicia, Asturias y Castilla y León perdieron, entre 2000 y 2018, el 80% del censo.

Juventud-USO considera que fomentar el teletrabajo en zonas poco pobladas sería bueno tanto para los jóvenes como para revitalizar la España Vaciada. Por ello, se recuerda que “hay que hacer atractivas las zonas despobladas del interior mejorando la oferta educativa superior, potenciando el emprendimiento rural y mostrando las ventajas económicas en la vivienda que suponen estos territorios para que la juventud permanezca o regrese a sus provincias”.

Afrontar el reto demográfico, urgente para afrontar el reto del empleo

La falta de personas jóvenes y su distribución desigual, así como la dificultad de estas para poder decidirse a tener hijos por la inestabilidad sociolaboral, suponen un reto, el demográfico, imposible de separar del reto del empleo o del futuro del Estado del Bienestar. “Y para eso, es necesario apostar de forma decidida por la conectividad, tanto en transportes como en telecomunicaciones”, urge Joaquín Pérez.

Por eso, el secretario general de USO defiende firmemente la necesidad de “crear polos de I+D+i en zonas poco pobladas, con mucho suelo y vivienda asequible para jóvenes talentos que no encuentran su sitio en las grandes ciudades o tienen que vivir y trabajar de forma precaria. Muchas de estas áreas tienen un enorme potencial para el empleo sostenible y cualificado; empleo respetuoso con paisajes y ecosistemas que deben salvaguardarse. La pandemia nos ha dado una tremenda sacudida sobre lo importante que resultan la ciencia, la investigación y la tecnología en el tejido productivo. Son, junto con el agroalimentario, los sectores que han salido más reforzados y en España estamos sobrados de personas altamente cualificadas que, sin embargo, no encuentran encaje en el mundo laboral”.

¿Por qué no se da una migración inmediata entonces? “La mayoría de estas zonas no resultan atractivas para vivir. Hasta el teletrabajo necesita de unas condiciones mínimas para desarrollarlo con garantías. Son extensas comarcas que han quedado al margen de los planes de infraestructuras dignas e incluso de una buena red de cobertura de teléfono e internet. Esa brecha digital ahonda su aislamiento y es el primer paso para convertirlas en polo de atracción de juventud y empleo. Ningún empresario instala una nave industrial en un paraje al que se llega por comarcales y donde no funcionan los móviles”, razona Pérez.

Castilla y León, paradigma de la España Vaciada

USO-Castilla y León tiene claro que poco futuro hay para el empleo en su región si sigue envejeciendo a pasos agigantados. Por eso, la lucha por repoblar la España Vaciada está en el centro de sus reivindicaciones.

La vida no urbana huye de la precariedad de las ciudades y aporta oportunidades de empleo relacionados con el turismo rural, la producción ecológica, los pequeños comercios o las actividades de ocio en la naturaleza. Hay múltiples iniciativas, públicas y de cooperativas, “pero lentas. Hay políticas y fondos, pero no se materializan”, reclama Marco Antonio Martínez, secretario general de USO en Castilla y León.

“Esta es la región más vasta de Europa, con poca población, dispersa y envejecida. La reconversión energética ha hecho mucho daño en la comunidad, que también ha sufrido el empobrecimiento del campo y, con ello, de la industria agroalimentaria. Necesitamos más industria  y mejor vertebración. Para atraer nuevos habitantes, necesitamos que se mantengan los servicios básicos, además de ponderar de otra forma su instalación. Se sigue hablando de un número mínimo de habitantes en un pueblo para dotarlo de algunos servicios. Y, a su vez, sin esos servicios, los jóvenes no pensarán en mudarse allí y los pueblos seguirán perdiendo población hasta desaparecer”, reflexiona Martínez.

Como grandes áreas de Galicia, Asturias, Aragón, Castilla-La Mancha… pero también el interior de Cantabria, Andalucía, la Comunidad Valenciana, Cataluña… El inicio de la solución pasa por “una buena conexión. Pero, obviamente, el fin último es que se instale industria en el territorio. Con industria, habrá nuevas oportunidades de empleo y un hábitat más atractivo para quienes no pueden acceder a vivienda en las grandes ciudades”, remarca el secretario general de USO-Castilla y León.