La CSI ha publicado un informe donde alerta sobre los riesgos laborales de la IA: privacidad, autonomía y estabilidad del empleo

La Confederación Sindical Internacional (CSI) ha publicado un informe clave sobre el papel de los sindicatos en la transición hacia una economía digital guiada por la inteligencia artificial (IA) y los riesgos de su implantación. El documento reconoce que la acelerada implantación de sistemas de IA, desde algoritmos que organizan turnos hasta herramientas que influyen en la contratación, el rendimiento y los despidos, está transformando profundamente el mundo del trabajo, con impactos potenciales sobre la privacidad, la autonomía y la estabilidad del empleo.

USO reivindica que la IA debe estar al servicio de las personas y no al revés. Su utilización no puede debilitar derechos laborales, sino que debe fortalecerlos, promoviendo trabajos dignos, seguros y compatibles con la vida.

Fragmentación e intensificación del trabajo: riesgos de la IA

Aunque gobiernos y empresas destacan las promesas de productividad y eficiencia, las organizaciones sindicales alertan de riesgos estructurales. Por ejemplo, la intensificación del ritmo de trabajo, vigilancia, discriminaciones automatizadas, y pérdida de control sobre las condiciones laborales.

El informe de la CSI señala que el despliegue de la IA puede “fragmentar e intensificar el trabajo”, especialmente cuando se utiliza para organizar tareas, evaluar productividad o gestionar horarios a través de sistemas automáticos de supervisión.

Un ámbito especialmente crítico es la gestión algorítmica. Aquí, donde las decisiones antes las tomaban personas (jefaturas directas o departamentos de RR.HH.) pasan a ser automatizadas. Esta gestión puede determinar objetivos de desempeño, bonificaciones, sanciones o despidos sin transparencia y sin posibilidad de apelación justa, lo que afecta directamente a derechos fundamentales como la libertad sindical y la negociación colectiva.

Además, la cadena global de valor de la IA descansa sobre trabajadores invisibilizados. Desde quienes etiquetan datos en condiciones precarias hasta moderadores de contenidos expuestos a material traumático. Estos empleos, subcontratados y externalizados, suelen ser mal remunerados y sin protección laboral.

El papel estratégico de los sindicatos

En este escenario, la CSI defiende que la IA no es neutra, ni su impacto está predeterminado. La influencia de la digitalización y la IA en el futuro del trabajo no es inevitable ni está predeterminada. Por ello, los sindicatos deben participar activamente para garantizar que los lugares de trabajo digitalizados sean seguros y que los derechos se vean reforzados, y no debilitados.

Esto implica:

  • Transparencia algorítmica en el lugar de trabajo.
  • Derecho a supervisión humana sobre decisiones automatizadas.
  • Negociación colectiva obligatoria en la implantación de sistemas IA.
  • Formación y reconversión justa para quienes vean transformadas sus tareas.
  • Reparto equitativo de las ganancias de productividad derivadas de la automatización.

España: avances pero con retos pendientes

España se ha convertido en referente europeo en regulación del trabajo digital, gracias a la Ley Rider, que reconoce la presunción laboral de las personas repartidoras y obliga a la transparencia de los algoritmos utilizados para su supervisión y asignación de tareas.

Este precedente ha abierto el camino para incluir cláusulas algorítmicas en los convenios colectivos y crear nuevas herramientas para la acción sindical frente a plataformas y sistemas digitales en empresas tradicionales.

Sin embargo, la IA se está expandiendo más allá de las plataformas. Está llegando a la sanidad, educación, logística, banca, servicios públicos y administración. La falta de formación específica en IA y derechos digitales dificulta la capacidad de negociación en centros de trabajo. Y la creciente automatización puede afectar especialmente a sectores feminizados, donde la intensificación del trabajo ya es un problema estructural.