Frente a las subidas constantes en la compra o alquiler de vivienda, desde USO reclamamos salarios para vivir que permitan habitar un hogar digno

En el último año, los salarios y la vivienda no han subido a la par, lo que hace difícil el acceso a un techo por parte de muchas familias. El derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada se recoge en el artículo 47 de la Constitución, siendo los poderes públicos los que deben promover las condiciones necesarias y establecer las normas para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo para impedir la especulación.

Sin embargo, son ya muchos los años en los que tanto el precio de compra de la vivienda como el de alquiler han aumentado significativamente. Por esto, desde USO reclamamos salarios para vivir, y no sobrevivir, que permitan habitar un hogar digno.

Para comprar una vivienda, destinamos de media 7,7 años de salario íntegro, un 3,5 % más que en 2022. Sin embargo, los salarios no han crecido en la misma medida. El precio medio de la vivienda en España subió en 2022 un 4,6 %, mientras que los salarios lo hicieron en torno al 2,9 %.

También en el último año el precio del alquiler aumentó un 7,4 %, mientras el salario medio se situó en los 24.395 euros en 2022. De esta forma, como indica un estudio realizado por Fotocasa e Infojobs, el 43 % del salario se destinó al pago del alquiler, la cifra más alta en diez años.

Estas dificultades a la hora de comprar o alquilar una vivienda son una constante para todos los ciudadanos pero, si cabe, se agudizan más aún en el caso de las personas jóvenes puesto que tienen mayor dificultad para acceder a un empleo estable y perciben salarios inferiores a la media.

Asegurar el derecho a la vivienda

Este 1º de Mayo, junto a nuestra principal reivindicación de “Salarios para sobrevivir”, también se hace necesario asegurar el derecho a la vivienda.

En este sentido, Joaquín Pérez, secretario general de USO, reclama como necesaria y urgente “una subida de los salarios que permita contar con una vivienda en condiciones dignas, ya sea por compra o alquiler, pero que no se convierta en una de las principales preocupaciones de los jóvenes, pero también de los no tan jóvenes, que no pueden acceder a ella”.

Para esto hay soluciones, apunta Pérez, “con suelo y construcción pública que, a su vez, contendría la especulación. No podemos seguir permitiendo que, en gran parte de nuestro país, tener un hogar decente, con suministros básicos disponibles, está al alcance de muy pocos”.

La vivienda, no solo un techo

Desde que en 2021 el IPC comenzó su escalada, la vivienda digna es inasumible para muchos salarios. La vivienda no es solo el techo bajo el que cobijarse, es el espacio íntimo y de bienestar de las familias. Y deben contar con unas condiciones mínimas de bienestar.

Por poner dos ejemplos de qué significa una vivida digna: ha crecido en 3 puntos la gente que no puede permitirse tener la vivienda a una temperatura adecuada, 1 de cada 6 personas. Es el concepto de pobreza que más ha retrocedido.

Y, además, la alimentación saludable se está convirtiendo en un artículo de lujo, no en una necesidad básica. Los precios de la alimentación han subido de media un 16,5 % en el último año. Pero productos tan necesarios como el azúcar, el aceite y las hortalizas se encarecen un 30 % o más. La nevera llena es también una necesidad en una vivienda digna. Y, para ello, necesitamos una subida salarial, unos salarios para vivir.