Día de los Derechos Humanos: hay que salir de la pandemia reforzando los derechos básicos en todo el mundo

El 10 de diciembre se celebra el Día de los Derechos Humanos, conmemorando el día en que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948. Este año es necesario poner el acento en el importante retroceso en materia de cumplimiento de los derechos humanos, agravado por la pandemia. Los derechos de millones de personas en todo el mundo están siendo constantemente vulnerados por los gobiernos y las grandes corporaciones.

USO, junto con el resto de afiliados a la Confederación Sindical Internacional (CSI), reclama un nuevo contrato social basado en una economía que anteponga los derechos humanos sobre cualquier criterio.

La atención sanitaria como derecho humano

Uno de los aspectos clave que ha desvelado la crisis sanitaria es la situación de vulneración del derecho a la salud en la que se encuentran millones de personas. Según datos de Naciones Unidas anteriores a la pandemia, la mitad de la población mundial no tiene acceso a servicios básicos de salud y 100 millones de personas son arrastradas a la pobreza cada año intentando pagar por ellos. Un hecho que supone una flagrante violación del artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que afirma que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud”.

Otro aspecto que ha desvelado la extrema desigualdad que existe en el acceso a la salud y las consecuencias de la mercantilización sin límites de esta ha sido la gestión de las vacunas para la Covid-19. Mientras que los países ricos han contado con las dosis necesarias para inmunizar a la población e incluso están inoculando dosis de refuerzo, los países pobres cuentan con porcentajes muy bajos de vacunación. Esto queda reflejado en los datos con un 50% de Europa completamente vacunada y solo un 7% de África.

El mayor escollo lo presentan una parte de los países ricos, que se siguen oponiendo a la propuesta de exención de los derechos de propiedad intelectual sugerida hace ya más de un año por India y Sudáfrica en la Organización Mundial del Comercio y apoyada por un buen número de países, entre ellos EEUU.

Los derechos laborales son derechos humanos

Si la pandemia ha expuesto la relevancia que ha adquirido el derecho a la salud en medio de una crisis global sanitaria, el respeto a los derechos de los trabajadores también se muestra como un aspecto imprescindible en un mundo globalizado y dominado en lo económico por grandes corporaciones.

En 2016, la ONU ya alertaba en un informe sobre la concentración cada vez mayor del poder corporativo y cómo este debilita paulatinamente los derechos laborales. A pesar de la obligación de los Estados de respetar y promover los derechos de los trabajadores, esto se incumple constantemente debido al poder de las corporaciones multinacionales. Los trabajadores necesitan ahora más protección que nunca; la globalización ha fomentado el crecimiento sin control de grandes cadenas de suministro mundiales, migración laboral masiva y una gran economía informal.

Diligencia debida

Para hacer frente a esta situación, USO reclama, entre otras medidas, la protección social universal y la puesta en marcha de una ley de debida diligencia obligatoria para las empresas, a fin de proteger los derechos humanos.

A todo esto se añaden las graves violaciones cometidas por los gobiernos. Es el caso de Filipinas, Bangladesh y China, tres países en los que la CSI ha querido poner el acento este año.

En Filipinas, desde que el presidente Duterte puso en marcha su “guerra contra las drogas”, numerosas personas han sido asesinadas y detenidas; entre ellas, un buen número de sindicalistas. Mientras, en Bangladesh, 35.000 personas mueren todos los años en el trabajo, algo que no cesará hasta que el gobierno ponga en marcha la hoja de ruta acordada con la OIT para establecer una base de derechos para todos los trabajadores.

Por otro lado, en China, el partido en el poder está empleando políticas cada vez más agresivas, tales como la represión y el encarcelamiento de líderes sindicales en Hong Kong.